lunes, 7 de agosto de 2017

¡MEDURIS O EL ACOSO DEL DRUIDA!

Existe un juego al que he jugado hace muy poco que me ha dejado muy pero que muy loco. El juego ha ejercido una presión muy bestia sobre mi persona y cuando lo jugué la tensión y el desasosiego se apoderó de mi. Creo que no fue el juego en sí mismo sino un personaje al que ahora mismo odio bastante. Os acordáis de SMALWORLD ese juego de conquista con un sistema de mayorías bastante apañado? En Smallworld se pueden crear razas a través de los poderes que les puedes atribuir para crear locuras muy pero que muy divertidas como por ejemplo sectarios bendecidos, trolls diplomáticos, pigmeos corruptos, lagartos historiadores... y un sin fin de razas con sus respectivos poderes que no se acaban nunca. En el juego que he mencionado antes hay una de esas razas locas que me ha puesto muy pero que muy nervioso, el tipo era un Druida usurero o un Druida cobrador del frac o algo por el estilo.

ILUSTRACIÓN DE MIGUEL COIMBRA
El tema es que los pequeños han recibido el MEDURIS un juego de HABA de nueva hornada para jugadores de unos 10 años. Sí, sé que mis vástagos tienen solo 8 años pero como son de culo duro pues a jugar y a aprender. El tema es que el juego está bastante bien, un euro de gestión de recursos que resultó ser la primera pesadilla de este verano. 

DESESPERADO
La cosa funcionó tal que así. En Meduris, siguiendo la llamada de los Dioses, vamos a colonizar el pie de la montaña, por cierto del mismo nombre que el juego. La idea es la de construir cabañas, erigir templos, acumular piedras rúnicas, vamos... nada del otro mundo. Hay unas fases iniciales en las que nuestros trabajadores haciendo de "castellers" en algún momento extraen valiosas materias primas para poder construir. Se suben unos encima de otros como si no hubiera un mañana y los de más arriba cobran más y los de más abajo menos. Bueno, el tema es más complejo pero la idea es conseguir oro, piedra, madera y lana. 

ELS CASTELLERS
Contentos como unas castañuelas, después de conseguir materiales, nos vamos a construir una cabañita y todo va bien hasta que nos damos cuenta que cada vez que alguien construye algo, la figurita del Druida se mueve hacia el tablero. El tipo baja las escaleras majestuosamente y después de haber construido tres cabañas se mete en la zona de construcción, se mete en el camino y se mueve raudo como el viento hasta la primera cabaña que encuentra. Allí el muy cabrón pide  una ofrenda al jugador propietario. ¡Los maldito impuestos! Construir una casa cuesta dos materiales cualesquiera y si la cabaña es a los 4 vientos, la ofrenda será pagar uno de esos materiales para ganar 1 punto de victoria.
EL TABLERO
Hasta aquí todo bien, sigues construyendo hasta que te das cuenta que empiezas a construir cabañas adosadas por falta de espacio y el amigo cobrador, cuando para en un asentamiento (vencindad de cabañas adosadas en época de los Druidas) aprovecha para cobrar a todas las cabañas allí presentes. He de explicar que cuando construyes al lado de otra cabaña, el coste se multiplica x2, si lo haces al lado de dos cabañas x3 y así exponencialmente. Acaban habiendo más asentamientos que cabañas unifamiliares y el Druida no deja de dar vueltas al tablero cobrando y cobrando y cobrando. Sí, la recompensa es mayor si estamos en un asentamiento. De hecho si le das los dos materiales cobraras 1x el número de cabañas del asentamiento pero si solo les das un material solo te dará 1 punto y si no le puedes pagar te restará 1 punto. 

 ¡A POR LOS MATERIALES!
El climax de la partida es muy bestia, todo el tablero lleno de asentamientos, la peña haciendo sus últimas construcciones de cabaña o templo para poder cerrar la partida y ganar y nuestro amigo el Druida explotando a la gente, casa por casa. No podemos reunir los materiales para construir que aparece el Druida del frac y nos sablea el material que teníamos preparado para otros menesteres. Los demás jugadores empiezan a acumular materiales tras sus pantallas para poder hacer frente a los pagos y entonces los recursos escasean. ¡Una autentica locura!

¡EL MALDITO DRUIDA!
La gestión de los recursos y afrontar las ofrendas en el tercio final de la partida te crea unos nervios, un estrés, una presión demasiado grande para no palmar como en cualquier juego lovecraftiano, la poca cordura que nos queda. Núria sentía la presión y no era capaz de evitar la persecución a la que se veía sometida. Los niños desquiciados y totalmente desbordados, incapaces de ordenar la locura del viejo Druida para poder pagar. Me dio la sensación de estar jugando  a ESCAPE La maldición del templo pero sin dados.

¡LOS TEMPLOS PARECEN LAS CABINAS DE DR.WHO!
Meduris es un buen juego, tiene algo de dureza en su parte final pero ya va bien para aprender a superar la frustración de no poder hacer aquello que habías planificado. Haba ha subido un escalón y con este juego lo certifica. Miguel Coimbra nos deja, como siempre, buenas ilustraciones, sobretodo la portada y las pantallitas. Juego bien diseñado con unos materiales muy buenos hechos de madera gruesa. Una pega para los templos que son de cartón y rompen con la estética de madera. Merece la pena para introducir a nuevos jugadores en un euro con alguna que otra complejidad. Mis más sinceras felicitaciones al Druida que ha conseguido por méritos propios entrar en mi imaginario de terror junto a monstruos de la talla ¡de Cthulhu!


 Me ha gustado esta imagen de Cthulhu, igual la utilizamos al final, cuando un juego nos guste.

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