jueves, 31 de diciembre de 2020

¡LA MALDITA CABEZA DE FAMILIA!

Núria, la verdad es que como buena agricultora a quien madruga Dios la ayuda. David los surcos que haces en la tierra para cultivar acaban reflejados en tu cara en forma de arrugas, aunque siempre haya alguien que comente que reflejan experiencia. Querida Laia aunque siembres, no siempre recoges, pero hay que sembrar. El trabajo de la tierra es duro y por muchas nuevas tecnologías que existan, en este, siempre has de deslomarte.


Y eso es lo que hacemos en Agrícola, deslomarnos para poder alimentar y optimizar la granja. Nos deslomamos todos, lo damos todo en cada turno, ¿para qué? Para que Núria se lleve siempre el gato al agua. ¿Quien construye antes la habitación? Ella. ¿Quien obtiene antes un familiar? Ella. ¿Quien renueva antes las habitaciones? Ella. ¿Quien acaba vallando todo? Ella. ¿Quien tiene más animales? Ella. Siempre ella.

Acumula madera como si no hubiera mañana, espera, acecha, se coge el jugador inicial y ejecuta. ¡Mierda! Ahora tiene ventaja, estamos muertos. Pero no desistimos, David recoge animales, crea pastos, tiene alimento, compite desde su estrategia. Laia actual con miedo, no amplia la familia por miedo a no poder alimentarla pero por contra acumula un montón de materiales que podrían darle ventaja. Debe ser más atrevida, debe pensar en que más acciones es igual a más oportunidades de ganar. Yo, por mi parte, elijo cultivar, nadie lo hace, y puedo crear una estrategia que no acaba de ser ganadora porque no se compensa con el tema de los animales. Siempre llego tarde.

Bueno, vamos a ponerle las cosa difíciles. Vamos a añadir oficios y adquisiciones menores, de esta forma la cogemos por sorpresa y aprovechamos para intentar ganar. Nada más lejos de la realidad, la innombrable, con 7 oficios en la mano y 7 adquisiciones menores, se pone a combar como si estuviera en el Dominion y no solo nos zurra una buena paliza, sino que la vemos jugar, turno a turno, como si estuviera montando la estrategia para asaltar la playas de Normandia sin una tener sola baja en sus filas. ¿Qué hemos hecho? Le hemos dados aún más poder, más opciones y la victoria se aleja de nosotros como si tuviéramos la peste. ¡Hemos creado un monstruo!

Después de darle un montón de vueltas creo que tengo la solución: hay que diversificar hasta el mínimo puntuable. Todo el mundo necesita las mismas cosas, pero no se pueden hacer las mismas acciones todo el tiempo. Hay que cultivar sin olvidar los animales. No sirve de nada acumular cereales, hay que tener los suficientes para llevarte 3 0 4 puntos y después a correr. Es evidente que lo único que se ha de hacer sí o si es aumentar la familia y mejorar la casa. Cada familiar te da 3 puntos, así que con cuatro o cinco familiares, vas a conseguir  la mitad de la puntuación que vas ha hacer y si sumas los puntos por mejorar las casa hay tienes tu base fija, a la que no puedes renunciar. Además no hay restricción de construcción de habitaciones ( lo descubrimos hace poco) y esa puede ser una estrategia a explotar en algún momento. 

Siempre nos preocupa rellenar parcela vacías. Creo que en este aspecto hay que ir haciendo poco a poco, sin agobios. El loco de las vallas es imparable, dejémosles construir, dejemos que monte su chiringuito. Acumula madera y tarde o temprano tendrás tu oportunidad.

La comida es importante y es el gran condicionante del juego. Creo que hay una máxima que deberíamos evitar: si tenemos una vaca, evitemos matarla hasta tener dos. Procrear es una de la estrategias positivas del juego. Tener una adquisición mayor (cocina) combinada con los animales, puede ser una baza ganadora ya que permite tener alimento y que te centres mucho más en la estrategia. Parramón acostumbra a explotar esta vía.

Aún teniendo en cuenta todo esto, hay un factor presión que actúa desde el inicio y que no nos permite jugar con tranquilidad. Las opciones están y puede haber errores: ¿Cojo la madera o el jugador inicial? Pues nada, habrá que seguir dudando e intentando crear una estrategia ganadora que nos permita competir, ya no digo ganar. 

Lo que sí es seguro es que hay que conocer perfectamente la puntuación final de este juego. Jugadores no muy experimentados pueden tener la sensación de desarrollo y la final de la partida llevarse un chasco porque todo lo que han hecho no puntúa tanto como pensaban. Está clarísimo que hay una curva de aprendizaje y que esta tiene que ver con el conocimiento sobre la puntuación y más o menos el orden en el que van a salir las cartas de turno. Después hay muchos detalles de como gestionar tu granja sin verte en un autentico embrollo en la fase de cosecha.

Pero bueno, la maldita cabeza de familia (Núria), siempre sabe qué ha de hacer, siempre aumenta su familia y construye habitaciones. Es una persona segura que se agobia pero no duda en tomar decisiones en pro de los suyos. Gestiona la partida como si gestionara el sueldo y aunque parezca sufrir, no dudeis, es una pose para que nos confiemos y pensemos que al final, vamos a tener una oportunidad. Juega con nosotros como el gato con el ratón, pensamos que hay una salida a la que nunca llegamos. ¿Cómo puede actuar con tal crueldad?

jueves, 24 de diciembre de 2020

¡HE VUELTO!

Os juro que lo intento en cada partida, pero no lo consigo. Intento analizar qué hacer y llevar a cabo una estrategia ganadora, pero no puedo. Ella se sienta a la mesa y en cuestión de segundos sabe qué hacer, vislumbra el camino a la victoria y ya nada puede pararla. Y me duele, me duele demasiado, como a todos, pero en mi caso, el dolor se filtra por los resquicios de mi armadura lúdica y me deja fuera de combate.

Sufro por los que se sientan a la mesa con ella. Son víctimas, víctimas a las que he invitado inocentemente y que desconocen su destino. Sé que no es su culpa, ella juega bien, juega para ganar. ¿Pero no se cansa ya de pisotear y empequeñecer a los demás? Ella grita a los cuatro vientos: "¡He vuelto!". Y esas palabras, dichas en tono jocoso, se clavan en mi espalda cual saetas lanzadas desde la torre más alta. Desde esa misma torre la innombrable nos mira y con gesto altivo nos desdeña, tal cual.

Estoy cansado de luchar, ¿comprendéis? No sé qué hacer. Preparo los juegos, leo los reglamentos, observo partidas, tengo conocimiento de algunas estrategias, escucho podcasts... Nada, nada sirve para poder detener el avance del Titán. Explico la mecánica a todos por igual pero su cerebro activa un modo analítico y hace de mi vana palabrería una auténtica estrategia. 

Pídeme otro vermut, por favor, que tengo la boca y el alma lúdica seca. Llevo más de 10 años en esto del mundo lúdico y con amargura compruebo que nunca podré superarla. A mis compañeros de mesa igual les da igual, les importa un carajo y lo que hacen es mirarla con admiración. Y no los culpo. No tienen porqué juzgarla pero dentro de unos años, cuando las derrotas les pesen cual losa y no puedan levantar la cabeza, en ese momento, aparecerá ese sentimiento adverso que los convertirá en jueces y verdugos.

Así que explicadme cómo se hace, Chechi, Ángel, Parramón, Laia. Contadme, os lo ruego, cómo se consigue ganar a alguien que actúa de forma innata. Os compro la fórmula. Decidme cómo conseguir que no duela tanto como duele. Necesito sentirme ajeno, indiferente, a tanta victoria, a tanta humillación, necesito hacer oídos sordos y reparar mi armadura para poder con los próximos 10 años. No sé si escuchar otro "¡He vuelto!" será apto para mi salud.

Todo empezó con una partida tutorial a Cuzco, ese juego de Michael Kiesling y Wolfgang Kramer. La idea era echarle un tiento, ver como funcionaban sus mecánicas, probarlo a cuatro, su número ideal. Con pocas dudas empezamos la partida pero la carnicería estaba a punto de desatarse. Sin que le temblara el pulso, la innombrable empezó a aprovechar cada turno como si fuera el último. Los puntos se generaban a una velocidad pasmosa y la distancia empezó a ser infranqueable.

A los 20 minutos de partida ya se sabía vencedora y no contenta con eso se dedicó el resto del tiempo a ensanchar la diferencia y a dar, a más de uno, un correctivo que nunca olvidará. No es que lo haga con mala intención pero cuando al final de la partida atisbas el track de puntuación, lo primero que piensas es que ha estado jugando con críos. 

Básicamente lo que hace es aplicarnos un correctivo y lo hace por nuestro bien. Su misión es que mejoremos y nos hace ver que utilizamos estrategias equivocadas. Ella no lo vive como un castigo, nos ayuda a ver lo positivo, lo valioso, el camino a seguir, nos hace un favor. ¡Qué teoría más bonita! Ojalá fuera así, que pena que después de pisarnos la cabeza en el barro y derrotarnos, alze el semblante y suelte su grito de guerra: "¡He vuelto!".