domingo, 17 de agosto de 2014

¡LA MALDICIÓN DEL FRUTALITO!

Esta entrada está inspirada por la sensación que nos ha producido jugar a juegos infantiles con cierta periocidad estas vacaciones. La verdad es que sentarte a jugar con los más pequeños está bien, pero cuando ya has jugado varias veces a los mismos juegos se crea una sensación de hastío comprensible, creo que hasta he llegado a tener la necesidad real de querer quemar alguno de esos juegos, en un ataque de ira espiritual. 
Recuerdo con cierta gracia cuando Mar era pequeña y sacábamos el Frutalito. ¡Qué bien lo pasábamos! ¡Qué juego más pedagógico! ¡Introducir a la más pequeña en temas de juegos era lo más! El Frutalito es el primer juego HABA que llegó y el que marcó de forma más intensa a mi hija.

Mar creció y el Frutalito, Animal sobre Animal, La Princesa y el Gisante, Carcassonne Junior, Escalera de Fantasmas, Tumulto de Caballeros, Quak, Cocorico Cocoricó... y un largo etcétera de juegos fueron quedándose en la estantería hasta que llegaron ¡los mellizos!


Como invocados desde el más recondito de los infiernos aparecieron esos dos monstruos lúdicos y todo volvió a empezar. Los juegos de la estantería se desempolvaron y vieron mesa una y otra vez y a esos juegos se les sumaron otros como Monza,  el juego de la Famílias, Mistiboo, Spidmonsters, Voladores intrépidos, Pitt el pirata, Los tres cerditos, La tarta de los monstruos, Exploration Dino, Diego el Dragón, La bruja despistada, El tesoro de la selva, Carrera de tortugas y otras lindeces que ahora no  quiero recordar.

Todo volvió a empezar, la regresión fue tal que nos sentimos arrastrados a un pasado que ya pensábamos olvidado. Todo el rato me expreso en plural porqué a Mar le ha pasado lo mismo. Los pequeños piden jugar pero nos nos interesa nada de nada a lo que juegan, de hecho jugamos para entretenerlos y pasar un rato. Pero ellos piden más, quieren más y son incapaces (por su edad) de ver que todo tiene un final lógico. Necesitamos nuestro espacio para jugar a otros juegos a modo de antídoto ante semejante tortura. Pero ellos exclaman " Jo també!", sin entender que pertenecen al primer nivel.


Y es que ahora mismo en casa existen tres niveles lúdicos, de los más pequeños ya hemos comentado el qué. Pero después está Mar que ya tiene otros intereses lúdicos. Ella puede jugar a un Valdora, Relic Runners, The Adventurers: el templo de Chac, King of Tokyo, un Carcassone, Principito, Kingdoms, Rescate, Isla Prohibida, Leyendas de Andor, Mice & Mystics, Resistencia, Takenoko, The island, River Dragons, la Fallera Calavera, Modern Art...

En este nivel me entretengo mucho más y mi odio hacia el Frutalito queda más diluido. En estos juegos puedes competir y hasta lo pasas bien ya que pueden jugarse con adultos y pasar el rato. De hecho quiero empezar a instruirla en el Munchkin y así echarnos unas risas mortales. Con Mar veo más la luz, está más cerca del nivel lúdico superior y puedes pensar en introducirla en nuevas experiencias. 

El tercer nivel lo completamos los adultos que jugamos a temáticas diferentes o a mecánicas más complicadas. Los juegos de terror, algunos Ameritrash o eurogames más complicados. Hablamos por ejemplo de Zombicide, Descent, La Villa, Terra Mystica, Seasons, Pandemia, Fresco, Mansiones de la Locura, Caylus...



Entre Mar y nosotros hay juegos que pueden servir de puente y en eso estamos. Pero amiguetes lo peor es cuando le digo a Núria, "Cuando crezcan los gremlins, ¿qué haremos con los juegos tipo el Frutalito?" y ella responde, "¡Los guardaremos y jugaremos con nuestros nietos!"  

¡NOOOOOOOOOOOO! ¡El tercer ciclo! ¡No había pensado en esa posibilidad! ¡Estoy maldito!

¡La maldición del Frutalito! Muchos padres deben haber pasado ya por esta maldición y hasta puede que la hayan superado. Esperamos que sea así porqué... ¡cuidaos amiguetes! El Frutalito volverá a vuestras vidas en cualquier momento y entonces ya no podréis escapar ¡nunca más!


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