Un mensaje extraño. Sergi estaba
organizando una cena y había contactado con Ángel y Marta. Encima nos cita en
casa a eso de las nueve, una hora bastante rara tratándose de Sergi. El
amiguete además trae la cena. Algo se estaba cociendo. Todo transcurría con normalidad,
una cena más hasta que el tipo desparece misteriosamente de casa y se va al
coche. Sube como si nada y nadie le pide explicaciones. Él a lo suyo y nosotros
a lo nuestro.
Cenamos y después de los postres, mientras
yo me curraba unas ensaimadas (dato de archivo), el amiguete se va a la entrada
y aparece con dos cajas bastante misteriosas. Saca el móvil y nos suelta
que antes de abrir las cajas (una para cada pareja) debemos leer un
pequeño texto introductorio mientras coge la cámara de fotos para inmortalizar
tan sublime momento.
Voy a hacer una pequeña pausa para
explicar lo que mi mente conjeturó en ese momento. Era evidente que Sergi, un
tipo detallista, nos estaba haciendo un regalo. Las cajas no estaban envueltas
con papel y se veía una especie de pegatina de alguna empresa de transporte.
Vamos que la cosa prometía. Humildemente pensé que el tipo se había currado un
regalazo de esos que te molan porque ya hay una relación y nos conocemos bien.
Imaginé saliendo de la caja de Ángel una figura de resina de un personaje del
Señor de los Anillos para inmortalizar la amistad. Ya sabéis el rollo ese de la
compañía que aparece cada dos por tres en este blog porqué nos flipamos con el
tema ese de nuestra amistad.
Yo de mi caja vi salir un pedazo de figura
de Spiderman. La telaraña de nuestra amistad tejida a base de quedar y
compartir juegazos y momentos estelares. Ese personaje icónico que simboliza al
amigo que todos llevamos dentro.
Me estaba emocionando por momentos. Ya me
veía abrazado a Ángel y Sergi a lagrimazo vivo. ¡Qué recuerdo! ¡Qué momento!
Los tres haciéndonos fotos con las figuras como si fuera la copa de la
Champions!
Vamos a volver a la realidad. Estábamos a
punto de leer una nota antes de abrir los regalos. La nota decía que estábamos
a punto de recibir un ser vivo y debíamos cuidarlo con esmero y no se que
jodida idea de que no le tocara el sol (no recuerdo demasiado bien). La cara
que pusimos y que el tipo tuvo que fotografiar con la cámara de Núria porque se
había dejado la batería, fue de bobalicones. Lo primero que pensé es que el
cabrón nos había colocado ¡un Gremlin! Pero eso hasta hubiera estado bien.
Mientras lo abríamos pensé en un Tamagochi gigante. Pero no. Del interior
de esa caja surgió un pequeño árbol, ¡un puto bonsai!
Un olmo, un arbolillo al que cuidar de
forma meticulosa. Que no pase frío que se muere, que le dé el solete, que hay
que pinzarlo (¿pero qué cojones es eso de pinzarlo?), que hay
que trasplantarlo a los 2 años y un largo etcétera de memeces varias
que simbolizan la AMISTAD.
Amigo Sergi, no sé si te has dado cuenta
que en mi feudo ya hay tres pequeños bonsais a los que debemos dedicar grandes
dosis de tiempo. Mi casa no es un adalid de la decoración pero si te fijases un
poquito te darías cuenta que no hay plantas. De hecho las ha habido
pero las asesinamos de forma imprudente pero sin malicia por nuestra
dejadez en aspectos de mantenimiento de jardín. Como puedes suponer ante
tal situación mi vida de pareja padece del síndrome de estrés pos maternal.
Solo me faltaba tener el síndrome postbonsai con Núria pensando también en la
salud del Puto Olmo al que vamos a llamar Luís (Luís del Olmo).
Encima tenemos la presión añadida de que
vienes cada viernes y el bonsai tiene que estar en condiciones. Pues que sepas
que ya hemos hecho un primer pedido para que no notes que el primero ya la ha
palmado. Esto, cabrón, me supone un gasto mensual ¡con el que no contaba!
El otro día estábamos todos en el coche
para ir a Mataró y Núria nos hizo parar y volvió a casa para entrar el puto
bonsai. ¡No se vaya a costipar el muy hijo de puta!
Me entristece enormemente que todo lo que
hemos pasado, todas las noches, todos los juegos, todos los kikos, todas las
sopas chinas, que toda nuestra amistad, quede simbolizada en un ¡puto bonsai!
Me da muchísima pena todo esto. Y me duele
muchísimo. Cada día que pasó por delante de casa y veo el puto bonsai en el
balcón me deprimo. Sólo puedo llegar a cierta conclusión: no sabes como
decirnos que no vas a venir más a jugar! Hay otras formas de hacer o decir las
cosas, sé valiente y no me toques los huevos con un puto bonsai!
De hecho ya estoy pensando en el próximo
regalito que te voy ha hacer como símbolo de nuestra amistad. He estado
pensando en un pavo de Navidad, de esos vivos ¡con correa! O un huellador (me
he inventado el nombre) de eso para que te flipes con tus colegas en la nieve.
Y no me toca más los cojones el puto
bonsai que darte la razón. He buscado la
información y sí en el Pallars Sobirà viven 6 ¡putos osos! ¡Me cago en tus
muelas! Vigila con los ositos de aquí que son inmigrantes, de hecho el primero
que soltaron se llamaba Pyros y era Sloveno.
Pero eso no es todo, voy a casa de Ángel y
¿qué me encuentro? ¡Un puto bonsai encima de la mesa! Yo llevo años regalándole
dragones en miniatura y nunca los ha puesto en el comedor (Marta no le deja),
tú le regalas un puto olmo en miniatura y ¡lo pone!
Al final he de reconocer que me has sacado
de mis casillas y eso te mola. Al mismo tiempo quiero creer que lo has hecho
con buena voluntad y que el próximo viernes te veremos por aquí. No hace falta
que me regales nada nunca más, pero quiero que también sepas que del pavo no te
salva ¡ni Dios!
Yo quiero ver el pavo cuando llegue!!!!
ResponderEliminarQue bien un pavo enterito para mi.
ResponderEliminarSi no es un pavo será cualquier animalejo detestable al cual debas sacrificar para alimentarte, entonces veremos de que pasta estas hecho. Cuando me dijiste que habías dado respuesta a la entrada me esperaba algo más elaborado. Perdona, no recordaba que estabas haciendo la entrada de Esporles, la aplicación para escoger juegos y, redoble de tambores, un magnífico tablero para el X-Wing!
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