Empieza a ser una costumbre la de empezar la entrada sin nada que decir y esforzándome para cumplir con el diario de bitácora del que me autoresponsabilizo. La verdad es que cuando veo el resultado pienso que por primera vez en la vida estoy siendo regular con alguna cosa. Me enorgullezco de mi mismo y pienso que en el futuro nos echaremos unas risas con algunas de las historias aquí relatadas. Mi preferida es mi antológico enfrentamiento con Ángel donde rozamos por momentos la perfección a la hora de insultar.
De hecho el blog no es ni mío, yo soy un simple colaborador que narra lo que acontece entre las cuatro paredes de mi casa que por algunas horas se transforma en un salón de juegos de mesa genial. La compañía es grata y por eso explicar las aventuras que allí suceden es genial. Hemos huido de los zombis, hemos luchado contra el mal encarnado, hemos jugado a fútbol americano junto a elfos y enanos, hemos visto grandes civilizaciones, hemos sido ladrones de renombre, guerreros en una cueva oscura, hemos levantado castillos y defendido murallas, hemos compartido piso con frikys, hemos luchado como magos en un laberinto, luchado contra dioses en el inframundo, construido aldeas, hemos negociado...pero sobretodo hemos jugado. Lo hemos pasado de miedo los cuatro y en ocasiones los seis. No sé cuanto durará esta historia pero os aseguro que dure lo que dure la pienso disfrutar sin concesiones.
La motivación es importante y es por eso que cuando no se me ocurre nada que escribir pienso en la cena que me voy a meter entre pecho y espalda cuando llegue a la entrada nº 100. No sé como lo haremos pero nos reuniremos los cuatro o los seis y cenaremos juntos y cuando digo juntos quiero decir juntos. Una cena antológica con hidromiel y cosas de esas, sin charlas sobre escaladores y huellas de osos, sin calvos gruñiendo por la comida, sin gente durmiéndose en todos lados, una cena como ¡Dios manda! Espero estar en esa cena y si no estoy me la dedicáis que por eso me he currado las entradas. No lo digo por nada malo sino porqué soy capaz de pasarme en la cama más ¡de dos meses!
A lo que íbamos, nuestra última quedada ha sido la hostia. Nos hicimos un Blood Bowl y lo disfrutamos mucho pero mucho. Es en esos momentos cuando echamos en falta al calvo. ¡Qué partidacas nos habíamos hecho! Ni que decir que Núria ganó y barrio de la pista al Sergi de las narices que no tubo, como siempre, demasiada suerte. De Julito no hablo ya que hizo una puntuación muy pobre.
Sergi con los Elfos estuvo tocando las narices toda la noche, que si carreras, que si pases, que si ahora te robo el balón, ¡una auténtica pesadilla!
Núria salía beneficiada de nuestros enfrentamientos y como siempre más lista que una rata de alcantarilla no dio opciones en ningún momento.
Hubo algunos buenos piques y sorpresas de último momento como expulsiones o habilidades que decantaban los enfrentamientos.
¡Un juegazo!
Después le echamos el diente al Dice Town, un juego que a Sergi le gusta mucho y que la verdad tiene la capacidad de llenar ese hueco temporal donde a veces no sabrías a que jugar. Lo pasamos bien mientras nos robábamos cartas, oro y propiedades. Un juego para pasar el rato que tiene algo de puteo si tienes suerte.
Bueno amigotes, hoy no voy a machacar mas a Batman pero ganas no me faltan. ¿A ver si ahora me he quedado tramado?
La motivación es importante y es por eso que cuando no se me ocurre nada que escribir pienso en la cena que me voy a meter entre pecho y espalda cuando llegue a la entrada nº 100. No sé como lo haremos pero nos reuniremos los cuatro o los seis y cenaremos juntos y cuando digo juntos quiero decir juntos. Una cena antológica con hidromiel y cosas de esas, sin charlas sobre escaladores y huellas de osos, sin calvos gruñiendo por la comida, sin gente durmiéndose en todos lados, una cena como ¡Dios manda! Espero estar en esa cena y si no estoy me la dedicáis que por eso me he currado las entradas. No lo digo por nada malo sino porqué soy capaz de pasarme en la cama más ¡de dos meses!
A lo que íbamos, nuestra última quedada ha sido la hostia. Nos hicimos un Blood Bowl y lo disfrutamos mucho pero mucho. Es en esos momentos cuando echamos en falta al calvo. ¡Qué partidacas nos habíamos hecho! Ni que decir que Núria ganó y barrio de la pista al Sergi de las narices que no tubo, como siempre, demasiada suerte. De Julito no hablo ya que hizo una puntuación muy pobre.
Sergi con los Elfos estuvo tocando las narices toda la noche, que si carreras, que si pases, que si ahora te robo el balón, ¡una auténtica pesadilla!
Núria salía beneficiada de nuestros enfrentamientos y como siempre más lista que una rata de alcantarilla no dio opciones en ningún momento.
Hubo algunos buenos piques y sorpresas de último momento como expulsiones o habilidades que decantaban los enfrentamientos.
¡Un juegazo!
Después le echamos el diente al Dice Town, un juego que a Sergi le gusta mucho y que la verdad tiene la capacidad de llenar ese hueco temporal donde a veces no sabrías a que jugar. Lo pasamos bien mientras nos robábamos cartas, oro y propiedades. Un juego para pasar el rato que tiene algo de puteo si tienes suerte.
Bueno amigotes, hoy no voy a machacar mas a Batman pero ganas no me faltan. ¿A ver si ahora me he quedado tramado?