jueves, 28 de julio de 2016

TODO ES POSIBLE EN ESPORLES: 4º RELATO

¡EZPORLEZ!

El hombre calvo se encontraba escondido en una pequeña caseta de bar que regentaba en Esporles. Nando, como se hacia llamar, era un hombre enérgico y decidido, inteligente y fuerte de espíritu, pero los acontecimientos de los últimos días lo habían llevado a aquella situación. La verdad es que era complicado hacer cualquier otra cosa que esconderse e intentar no hacer ruido alguno. Los numerosos reanimados deambulaban por los exteriores y él llevaba oyéndolos durante todo el día y toda la noche. La puerta estaba cerrada por dentro y la había reforzado con varias cajas de bebida que guardaba en el interior. Aquellos horribles seres habían intentado entrar más de una vez. Entre sollozos aún recordaba a aquella pobre niña que gritaba llamando a su mamá y que tuvo a no más de dos metros de distancia.  ¡Qué fácil hubiera sido abrir la puerta y dejarla entrar! Pero, es lo que tiene el miedo, te bloquea por completo. Ahora podía ver a través de una pequeña fisura en la madera a aquella niña y a otras que seguramente habrían merendado más de una vez en su establecimiento. Su mente enfermiza había aceptado ya la realidad y no podía dejar de pensar que por fin había cambiado las normas del derecho de admisión. Esos pequeños chistes le permitían mantenerse vivo y no perder la poca cordura que le quedaba.

EL PEQUEÑO BAR QUE REGENTABA
Siempre había reprochado a aquellos personajes mezquinos de las películas de zombis que anteponían su propia seguridad a la de los demás. Ahora él era el mezquino y se sentía tan sucio por dentro como por fuera. Sabía que aquella situación no podía alargarse mucho más. Casi no quedaban patatas chips y la ingesta de chucherías le estaba provocando más de un dolor de barriga que como podéis imaginar provocaba las necesidades que todo organismo necesita. El rincón para las evacuaciones cada vez estaba peor y por eso pensó en reaccionar.

Tenía que encontrar otro refugio mejor, tal vez podría llegar a la costa y huir por mar. Era ahora o nunca. Cogió aire, cerró los ojos, tensó sus piernas y salió disparado por la puerta. Corrió lo más rápido que pudo y notaba en esa carrera desenfrenada como su cuerpo golpeaba con los caminantes que al notar su presencia dirigían todos sus esfuerzos hacía él. Los no muertos eran tenaces y aunque lentos, eran capaces de moverse al unísono tras aquel hombre calvo que se movía de forma fugaz.

NANDO EN PLENA CARRERA
Nando llegó a una calle vacía y silenciosa. Bajo el ritmo y respiró de forma acompasada. Quería poner en marcha todo lo que sabía sobre resistencia, no podía correr de forma descerebrada, debía cuidar la respiración y dosificar su ya mermado físico. Avanzó por la calle hasta la carretera y allí pudo ver el desastre más absoluto: camiones y coches volcados, parados, accidentados, había aceite y gasolina por el suelo y los cadáveres de miembros cercenados se movían arrastrándose de un lado a otro mientras gemían buscando que echarse a la boca. Otros no muertos estaban arrodillados ante cadáveres que engullían a dos manos con una gula desbocada. A lo lejos se oían gritos y columnas de humo nacían del suelo y se extendían por toda la isla. 

EN ESPORLES LA CONDUCCIÓN ES SEGURA
De pronto, una vez más, alguien chillando, como si la destriparan, como si le fuera la vida en ello, y tal vez fuera así… Nando tenía dos opciones, correr hacía la costa o intentar purgar sus pecados recientes salvando a aquella persona. Lo tuvo claro y al instante cogió una barra de metal que había en el suelo y se dirigió a la costa. Ya era un mezquino más y no se arrepentía de ello. !Qué demonios! Aquellos hijos de puta morían en las pelis pero en la vida real seguro que eran los únicos que sobrevivían. Con la barra en alto fue golpeando a aquellos seres a la vez que iba dejando una distancia más que prudencial entre él y aquellas pesadillas andantes. Corrió durante no sabía cuanto tiempo antes de divisar la costa.

SU GENTE
Aquello era el mismísimo infierno. Gente corriendo perseguida por aquellos malditos seres, barcos hundidos, gritos, sangre, tiros, helicópteros en llamas que caían sobre edificios… Nando se arrodilló, cerró los ojos y miró a al cielo. El sudor lo cegaba y la sangre seca en su cara le recordaba que lejos estaba de salvar su patética vida. Una especie de gas caliente en el aire lo perturbaba, se sentía morir en vida. Pensó que algunos de aquellos camiones cisterna debía de llevar alguna sustancia peligrosa. De pronto un ruido tras él. Se giró para ver como sus compatriotas Esporlianos que no habían desistido, se plantaban ante su figura ya derrotada. La ropa hecha jirones, la piel pálida y mortecina, cuerpos enjutos, miradas perdidas, bocas entreabiertas y el sonido del gemido que como poemas de amor reclamaban el manto caliente de la carne fresca. Nando soltó la barra de hierro y se dispuso a abrazar a todos aquellos vecinos que un día le habían dado la bienvenida, el calor de su gente, el cariño de una tierra que ahora ya sentía suya. Alzó la mirada y vio una mano putrefacta tendida esperando una respuesta. Nando abrió aún más los ojos sorprendido y levantó su mano en señal de amistad. Después la oscuridad acompañada de dolor aconteció.

¡A LA IZQUIERDA NANDO DESATADO!
La polícia nacional de Palma se atrincheraba para poder parar aquella oleada. Esperaban que llegara el ejercito, hasta más de uno miraba el cielo para ver llegar a los kazas americanos lanzando bombas en plan salvadores. De pronto el silencio más absoluto. La policía dejó de disparar. La Horda llegó andando, calmada, como esperando. Cientos de criaturas formaban, jadeaban con barras de metal en la mano. Al frente un calvo amenazador, un zombi diferente, su complexión lo hacia especial, su mirada tenía algo, ese brillo del loco lucido, del que ha visto la verdad. A su lado, su pueblo, una raza nueva, unos nuevos depredadores en la  cadena trófica, el orden mundial estaba a punto de cambiar. Nando comenzó a correr, detrás su ejercito. La policía se vio superada al instante y todo acabó antes de comenzar. Los cadáveres se dirigían al puerto, ya no llevaban barras de metal, ahora sostenían armas de fuego en una mano y en la otra blandían restos de funcionarios de la ley y el orden. Algunos comían corruptos, otros... buenos policías. En el nuevo orden no había diferencias, todos eran iguales. Aquello parecía lo más justo, lo mejor en una sociedad donde los líderes no eran mejores que ninguno de ellos. Solo su calvo líder avanzaba, sabiendo que ya no era un mezquino y con una idea en la cabeza, llegar a la costa y huir por mar. Recordaba un lugar, un lugar donde fue acogido, un lugar donde su ejercito crecerá, un lugar donde podrá reencontrarse con antiguos amigos.

FIN
Dedicado a Nando.
Aunque no estés, tus fotos aún nos siguen inspirando.

Igual que el crepúsculo que hay entre la luz y las sombras, hay en Mallorca una zona desconocida en la cual todo es posible. Podría llamarse la dimensión de la imaginación, una dimensión donde nacen sucesos y cosas extraordinarias, un lugar donde los Dioses Primigenios son respetados. Un lugar de culto donde ningún foráneo está a salvo. El lugar donde, seguramente, empezará el fin de todo lo que existe. ¿Qué no es posible? Todo es posible en ¡ESPORLES!   

3 comentarios:

  1. Nunca me lo había planteado de esta manera! Cabecilla de la gran raza Zombie!
    Creo que para eso sí que valdría, sólo comer, desmembrar, mutilar comer, deshuesar, matar... Y todo eso sin tener que cocinar!!!
    Saca el zombies del armario y a jugar a la versión 28 días se ha dicho!
    Quiero que me maten y ser el perseguidor!

    ResponderEliminar
  2. Sabía que sería de tu agrado. No sé que pensaran tus vecinos.

    ResponderEliminar
  3. Mis vecinos sólo piensan en comer que son Zombies!!!

    ResponderEliminar