martes, 9 de abril de 2019

WILDLANDS: ¡CONFRONTACIÓN TOTAL!

En cualquier interacción humana, las oportunidades para la confrontación son ilimitadas, pero es importante provocarlas para el crecimiento personal y emocional de las personas. Esas confrontaciones se pueden provocar, de forma justificada, un viernes por la noche, con los mismos de siempre. El plan era claro, debíamos sacar el juego de marras para que se enfrentaran entre ellos y a través del dolor y la incertidumbre pudieran mejorar como personas.

Pues nada, sacamos el WILDLANDS y la confrontación estaba servida sobre la mesa. El choque violento estaba a punto de empezar. Cada uno de los jugadores cogió su facción y empezó el verdadera y primera acción de puteo, colocar las joyas lo más separadas que se pudiera. Los ojos viajaban por el tablero y volvían a las cartas en un intento de complicarle la partida al prójimo. Las fuerzas opuesta empezaban tomar forma y el combate se iniciaba.


Emocionalmente todos estaban atentos, movían las figuras con cuidado, con miedo, tal vez no querían correr riesgos. Aprendían haciendo, se fijaban en el enemigo y esperaban la oportunidad. Hacer aparecer al personaje, asestar un golpe mortal, recuperar una joya... Todo en Wildlands era aprendizaje.


Con la primera muerte vieron el camino. ¡Nadie podía escaparse! De la prudencia se pasó a la estrategia y empezaron los piques. La psicología y la provocación se impusieron. Comentar, intentar desviar la atención, disimular, hasta insultar de forma leve. Culpar al enemigo de los que nos pasaba, no era otra cosa que disfrazar los sentimientos de miedo que empezaban a acapararnos. Ninguno de nosotros quería fracasar, no queríamos asumir la responsabilidad de la derrota, pero solo podía quedar uno.


Sin duda una buena confrontación requiere destreza y demanda mucha capacidad mental. A esas horas de la noche, sobre la 1 de la mañana, la capacidad mental estaba mermada pero la destreza, amigos la destreza estaba intacta. Julito intentó escapar, pero los demás atacaron a su facción con saña. Chechi se liaba con los símbolos y con las cartas y sus acciones eran fallos clamorosos que reconocía al instante. Núria competía e iba ganando terreno. David en silencio, sin hacer ruido, urdía un plan perfecto.


Mientras evitaba que mis personajes murieran, me fijé en la pose de David. Pude intuir su disimulo, pude identificar su entusiasmo, pude analizar sus pensamientos irracionales. Su conducta no era normal, vi algo pero no podía ser. La experiencia me decía que el peligroso era Chechi. Era el que tenía menos puntos y hacía ver que no se empanaba. Él era el verdadero enemigo. Pero mi intuición me decía lo contrario. ¡A la mierda mi intuición! Cada jugada de Chechi fue seguida al milímetro.


Chechi, todo un profesional. Tiene técnicas desarrolladas después de años de experiencia. Su destreza en el juego se asemeja a la de un depredador de la sabana. Cansa al contrario, hace que se confíe y cuando menos se lo espera, ataca a la yugular. Para conseguir esa técnica depurada a tenido que tener un contacto íntimo, ha abierto sus brazos y ha mostrado sus verdaderos sentimientos. ¡Qué capacidad para definir! ¡Qué capacidad para sumir la responsabilidad! ¡Qué capacidad genuina para ganar siempre en el último estertor! ¡Aprende David! ¡Muérete de envidia Núria!


De pronto, mi intuición... algo pasaba. Núria estaba demasiado callada. Ese silencio no indicaba nada bueno. De pronto toda mi atención fue a parar a la innombrable. ¿Era ella el verdadero peligro? Le tocaba jugar a David y de golpe todo estuvo claro. Un golpe secó retumbó en mi cerebro y de pronto todo lo anteriormente señalado se deshizo, toda la teoría cayó como un castillo de naipes.  Me sentí debilitado e inseguro, no había previsto aquella técnica y de pronto mi vulnerabilidad se volvió dolorosa.


David plantó sus cartas sobre la mesa, se cargó un personaje y cogió una joya. ¡Touch Down! ¡Zas! ¡En toda la boca! Flirteó con la victoria ante los ojos atónitos del personal. He de decir, no obstante, que la utilización de la técnica fue dolorosa y hasta me sentí avergonzado por no haber percibido de forma real el peligro. David jugó de forma comprometida y ejecuto a la perfección un final de partida brutal. ¡Me cago en mi intuición!


Wildlands es un juego de confrontación y cada turno que pasa se hace más evidente. Debes acabar golpeando aunque no quieras y eso hace de este juego algo muy entretenido.  El reglamento es muy sencillo y el juego no sobrepasa la hora. Es fácil que pueda ver mesa y que sea uno de esos juego que cierra una noche o que juegues con los más pequeños para pasar el rato.


Las figuras son muy correctas y tienen una especie de sombreado que le dan un toque especial. Las facciones tienen habilidades propias y jugando con unas u otras debes cambiar tu estrategia. En definitiva es un título muy sencillo que se juega en un momento. Es recomendable jugarlo a cuatro ya que la confrontación es inevitable. ¡Puro divertimento!

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