domingo, 7 de abril de 2019

¡A SAQUEAR!

La proa del barco, en forma de cuello de dragón, se alzaba furiosa por encima del agua. Los vientos y las olas embravecidas los empujaban hacia las costas enemigas. David “El Rojo”, nombre que había adquirido en diferentes batallas por su peculiar forma de no hacer prisioneros, no pudo disimular una sonrisa al divisar, en la costa, a famílias que corrían a esconderse en cabañas de madera.
El destino de aquel vikingo y sus compañeros era el de llegar a la costa para negociar o invadir, todo dependía de las ansias de matar de Chechi “El profanador”. “El profanador” no respetaba ninguna religión que no fuera la suya o que no tuviera como pretexto principal el asesinato en masa de los enemigos de Odín. Saquear los pueblos vecinos le permitía hacer ofrendas al dios nórdico y este se las agradecía con víctimas a las que poder torturar.

La planificación de aquellas escaramuzas era el trabajo preferido de la pérfida Núria, conocida como "La innombrable", ya que, por su oso carácter, nadie se atrevía a pronunciar su nombre ante ella por miedo a no formar parte del próximo saqueo. Era la encargada de escoger los tripulantes de cada Drakkar y marcar la líneas de actuación sobre el terreno. Una muerte, más o menos, sin su consentimiento, podría tener consecuencias terribles.
Julito “ El  Provocador”, nombre adquirido por alentar a sus masas de guerreros a robar, matar y saquear a cascoporro, tenía en el Drakar a 30 hombres bajo su mando. Hombres que apoyados en sus remos, ansiaban poner los pies en tierra firme y acabar con el enemigo. Fatigados y rabiosos, apretaban sus dientes con fuerza y proyectaban su ira imaginando cómo iban a causar muerte y dolor.


El barco llegó a la costa, colocaron el puente de madera y empezaron a bajar. La madera de pino crujió bajo el peso de los hombres. Los músculos atenazaban las armas ya preparadas para probar la sangre enemiga. El primero fue David, le sacaba una cabeza a al resto. Chechi se lanzó al agua de forma àgil y con una fiereza inusitada. Julito alzó su gran maza, capaz de machacar el cráneo de un hombre sin esfuerzo. Núria desde el barco observaba como su plan era ejecutado a la perfección.

Las gentes del pueblo observaban con pavor toda aquella fiereza e intimidados cerraron los portones o lo que quedaba de ellos y protegieron a sus hijos e hijas con sus brazos. Hacía sólo dos días que los vikingos habían saqueado el pueblo, ¿qué querrían ahora?
En la costa los vikingos frenaron en seco. David se giró para contactar con sus compañeros. Chechi y Julito se miraron confundidos. Núria desde el barco intentaba orientarse buscando el norte.  

El jefe del poblado se plantó ante la horda vikinga y con el gesto de su mano alzada, empezó ha hablar:

-¿Otra vez? ¿Qué vais a saquear? ¡No queda nada!

-Creo que nos hemos liado.- Comentó David el Rojo mirando hacia la Inombrable que nos sabía qué decir.

-¡Lo siento! -gritó Núria desde el barco- ¡El viento hoy no ha sido nuestro aliado y me he liado con el mapa! 

-Cierto..- siguió el jefe del poblado- hoy hace un día nublado y entiendo el error.

-¿No os quedará ni que sea una vaca?- comenzó Chechi- Es para una ofrenda. Para que Odin no se me enfade.

Julito no sabía hacía donde mirar e hizo un gesto vago con la cabeza. Volver a casa con las manos vacías. ¡Qué vergüenza! Volver a sentir las olas romper contra el casco, el agua salada contra su rostro, el aire enredado en su pelo rojizo… no pudo sinó acariciar su espesa barba y con un gesto lento, hizo volver a sus hombres a la nave. El barco empezó a alejarse de la costa, esta vez no saquearían o eso pensaba.



Sentados en los baúles que contenían sus efectos personales, su compañeros de armas le dieron una sorpresa. Sobre la mesa un tablero, componentes de madera, oro, muerte, ¡saqueo! Iban a jugar a ¡SAQUEADORES DEL MAR DEL NORTE! ¡Aún podía ser un día glorioso!



¡Qué juego más entretenido! Un euro medio ligero muy bien estructurado y que se entiende a la perfección. Somos vikingos que tenemos un barco que hemos de llenar de tripulación y provisiones para hacernos a la mar y saquear la poblaciones vecinas. El saqueo nos hace cada vez más fuertes y con lo saqueado podemos hacer ofrendas a los dioses.



CUANDO EL PROFANADOR HABLA, DAVID EL ROJO ESCUCHA.
Es un juego que por su sencillez podría estar en el grupo de juegos del Stone Age. Las ilustraciones son my chulas y le dan un aire super divertido al juego. Las cartas son el motor, ya que tienen diferentes acciones que se podemos combar entre ellas. Chechi se emocionó al leer el texto de las cartas, a él que le gusta combar hasta los ingredientes ¡de una ensalada!



Mi juego de vikingos preferido es el Blood Rage, por sobreproducción y por sencillez de reglas. Este, siendo un juego diferente, que comparte temática, puede perfectamente convivir en la estantería sin que llegue la sangre al río. Además, ¿quien le dice que no a un juego de vikingos?




Me ha gustado mucho la mecánica de colocar un trabajador en una zona para hacer la acción y coger otro diferente ya colocado para hacer otra acción. Me ha gustado el combate que no es más que una suma de fuerza de tripulación, armadura y tirada de dados para poder conseguir puntos de victoria. Todo es sencillo y fácil pero el diseño hace que acceder donde quieras no vaya a ser pan comido ya que cada zona del tablero tiene su restricción. Aquí sólo vikingos blancos, aquí sólo negros, aquí necesitas oro, aquí un montón de provisiones...

¡CLARK KENT!
El arte es de Mihajlo Dimitrievski y me tiene muy hypeado. El diseño de Shem Phillips es muy funcional y todo ello convierte a este juego a un candidato a ver mesa. Además puedes sacarlo con no jugones porque se explica en un momento. Otra cosa será que la parte estratégica no se pille a la primera pero en dos turnos ya sabes por donde van los tiros.

David apareció con una gafas y por fin pudo leer sin dificultad ¡el texto de las cartas! ¡Qué gran momento! La emoción hizo que una lágrima cayera por su rostro. Los demás pensamos que ya no podríamos hacer mofa de esa situaciones tan divertidas y confusas. ¡Qué les vamos a hacer! ¡Clark Kent ha venido para quedarse!



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