miércoles, 30 de enero de 2019

¡CÓMO NOS GUSTA UNA TRANSFORMACIÓN!


En el mundo de la fantasía hay diferentes tipos de poderes. Si nos centramos en el enfrentamiento entre magos la cosa parece no tener límites. Pero de todos esos poderes, donde podemos incluir el tirar rayetes, la invisibilidad, levitación, control mental, ..., el que más mola es ¡la transformación! ¡Cómo nos gusta una transformación!

Vamos a introducir el tema de forma lenta, una cocción de la buenas, sin prisas. Historicamente el cine y la literatura han estado plagado de transformaciones. Digamos que es un poder efectista y visualmente muy potente, por eso en cualquier base narrativa una transformación nunca resta sino que suma añadiendo cierta tensión al conjunto. Ya que estamos con el tema transformación y básicamente en el género terrorífico, comentaros que lo que más miedo me da últimamente es ver el telediario.  En esta franja de 20 minutos nunca pensé ver tal cantidad de situaciones terroríficas reales y lo dice uno que se ha chupado todos los ¡Rostros de muerte!

¡EL LABERINTO!
Si vamos al genero terrorífico veremos como las transformaciones son la leche: Dr. Jeckyll y Mr. Hyde, Frankenstein, el hombre lobo, vampiros y básicamente todo lo que nos ocurra. Hasta los humanos sin cambiar de forma, sufren transformaciones brutales. Acordaos de Chechi cuando se enerva discutiendo una regla. El caso de Chechi es un poco Hannibal Lecter pero en versión lúdica. Eso no lo hace más inofensivo pero de momento podemos lidiar con él. 

Otro caso que tenemos controlado de forma latente es el de David. El tipo para mantener su transformación a raya ingiere cantidades ingentes de clara. ¿Qué pasaría si no las bebiera? Empiezo a pensar que al amigo le pueda gustar la violencia gratuita, la sangre injustificada, las motivaciones para descuartizar a placer...


Como podéis ver las transformaciones nos rodean y son pasto para ideas varias, puede que ya demasiado explotadas. Pero volvamos al tema de los magos y sus transformaciones. La otra noche sacamos a mesa el WIZ-WAR, un juego de enfrentamientos entre magos en un laberinto con portales y otras mandangas. Su primera versión data de 1983 y la verdad es que en ese momento debía de ser la leche. Nosotros hemos jugado a la versión de Edge. 


Mientras jugábamos, todo fluía y era anecdóticamente medio entretenido pero entonces ocurría. Alguno de nosotros utilizaba el conjuro de transformación y ¡Boom! Todo el mundo pendiente de ¿qué poderes tienes ahora?, ¿qué puedes hacer?, ¿eres más rápido?, ¿más fuerte?, ¿estoy lo suficientemente lejos para que no me afecte lo que me vayas ha hacer? Con la transformación se abre un universo de posibilidades, un mundo de nueva interacción. 

Si eres un gigante y acorralas a la presa ¡tendrá sus días contados! Si eres un hombre lobo ¡no intentes huir! ¡Pura magia! De hecho el motor del juego son las diferentes cartas de cada casa de magia. Poder hacer combos entre ellas, atacar, defenderte, poner trampas, hacer muros de piedra, agua o tierra, controlar mentes... Todo está en Wiz War. Pero...¡ Cómo nos gusta una transformación!

¡HECHIZOS VARIOS!
En nuestra segunda partida David se transformó en hombre lobo y se paseó por el laberinto repartiendo a diestro y siniestro. Golpeaba y corría como alma que lleva el diablo para volver a atacar más tarde. Todos éramos sus víctimas y poco puedes hacer si las cartas ¡no te acompañan! La cara de Chechi era un poema y aunque el tipo saca recursos de donde no los hay, no pudo escapar de las garras de la bestia. No hemos comentado que con la transformación sustituyes tu figura de mago por la del monstruo en cuestión y eso es lo más grande. Si este juego se hubiera reeditado hace un año sus figuras serian gigantescas y lo hubieran sobreproducido a lo bestia.

¡TOMA GIGANTE!
Ya le hemos estado dando vueltas a una modalidad de cuatro magos con la mitad de tablero. También en un enfrentamiento de dos contra dos. Con cuatro el juego esta bien pero el tablero es muy grande y con el objetivo de coger dos tesoros para poder ganar pierde un poco de tensión. En nuestra segunda partida fijamos que para ganar se debía tener un tesoro y haber matado a uno de los magos. La partida fue mucho más emocionante cuando apareció el efecto Rumble (jajajaja!!!!) y fuimos ¡todos contra todos!

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