sábado, 19 de octubre de 2019

¡LA DEVASTADORA Y EL SÍNDROME DE PROCUSTO!


En el matorral del norte, el Espectro del Vástago esperaba. Había descubierto la traición de la Comunidad y pensaba acabar con ellos uno a uno. No podía hacerlo aún porque era la fase de los héroes y aquel maldito juego los obligaba a jugar en orden estricto. Los gritos de guerra se sucedían, eran más gritos de terror que de autentico ejercicio de combate. El Vástago no tenía prisa, la victoria estaba cerca. El plan era sencillo, aguantar hasta el final de la fase de héroes y entonces el nivel de amenaza acabaría con aquellos cantamañanas. Aquel pequeño ser llamado Bilbo (David), había intentado bajar la amenaza y había caído en la trampa. El Vástago sabía que si enviaban al cegato se comería seguro ¡una par de miedos!


Legolas (Ángel) no estaba dispuesto a poner pegas a su buena fortuna, después de evitar el ataque de un espectro enemigo y un grupo de piojosos rufianes. Se situó detrás de su arco, tensó la cuerda y disparó un proyectil que perforó el cuerpo del vástago infernal. El arquero corrió a lo largo del páramo jactándose de su puntería mientras miraba a Gimli (Julito) a los ojos buscando su reacción ante tal hazaña.


El enano sabía que todo estaba en su mano. Después de Otear 3, su mazo estaba preparado para un ataque sin precedentes. Hacía sólo un turno que, con un espectacular hachazo, había inflingido 1 de daño a aquella temible criatura. Debía resarcirse y acabar con aquella esencia malvada. Entre tantos fantasmas en movimiento el enano no supo ver quien era el guerrero que se movía a una velocidad sorprendente y que estaba a punto de impactar contra aquel formidable enemigo. Cuando la imagen se ralentizó ante sus ojos, pudo ver a Beravor (Núria) con su bastón alzado y con una mirada penetrante y devastadora.


Gimli observó los movimientos de la batidora que estaba situada 6 metros al norte y pensó que debería salir en su ayuda. Sólo tenía una oportunidad antes que aquel ser inmortal la partiera en dos. Cogió el hacha y la blandió sobre su cabeza, al tiempo que empezaba su carrera con todos los músculos del cuerpo en tensión.
¡NUBES EN LA TIERRA MEDIA!
Mientras aumentaba la confusión en el campo de batalla, Gimli hizo una pausa para observar como el bastón de Beravor se movía con destreza a izquierda y derecha, y golpeaba con una potencia inusitada  el cuerpo ya inestable de aquel Vástago despreciable que miraba aterrorizado como aquella mujer lo estaba destrozando. Fue en ese momento que pensó que igual no llegaba a la fase de enemigos.  Como una especie de Diosa guerrera, la batidora desencadenó un abanico de golpes marciales  que sorprendió a todos los presentes. y que le otorgó el título de devastadora. La devastadora hizo que el monstruo cayera de rodillas, casi sin vida, y en el momento de asestarle el golpe de gracia, quedó paralizada. ¡Su turno se había acabado! El vástago sonreía, sólo debía soportar el ataque del enano y saldría victorioso. ¡Bendita fase de amenaza!

Fue entonces cuando Gimli sonrió. Él le daría el golpe final y su cuenta se engordaría aún más si cabe. El hacha cayó con todo su peso, la fuerza del enano y la gravedad. El resultado fue definitivo, el espectro, ante tal alarde de poder (muy exagerado pensó), se disolvió en una bruma para no volver jamás. Los héroes habían vencido y una vez más se demostró lo importante que es colaborar en equipo.

Otros héroes tildaron a Gimli de trepa, de palomero, de aprovecharse de la situación. Todo el mérito fue de Beravor, ella destrozó la resistencia y mermó la vida de aquel diablo. Pero Gimli no fue un trepa, simplemente fue el ejecutor. Nunca es agradable serlo por eso agradecemos a nuestro enano su actitud a la hora de repartir muerte y destrucción.

Os voy a explicar quien sí fue un trepa o el origen del termino. El síndrome de Procusto (lo tienen personas que se sienten inseguras y malmeten para sentirse mejor) y se explica a través del siguiente mito. Según la mitología griega, Procusto, hijo de Poseidón, fue un posadero terrorífico que torturaba, amputaba o mataba a martillazos a todos los que se hospedaban en su casa si su tamaño no coincidía con la longitud de su cama. Si eran más altos, les serraba las partes del cuerpo que sobresalían, y a los que la cama les quedaba grande, los descoyuntaba a golpes. ¡Ese sí fue un trepa! ¡Menudo era el Procusto!


Nosotros colaboramos de forma positiva en este magnífico Viajes por la Tierra Media, donde nadie está por encima de nadie. Ya llevamos recorridos 10 capítulos y los estamos disfrutando muchísimo. Somos cinco pero las aventuras no se hacen para nada largas. No hay casi entreturno, sólo cuando nuestro amado líder Aragorn (Chechi), decide que hemos de razonar porque escogemos una u otra acción. Por lo demás es un juego bastante ágil. No sabemos cuantos capítulos le quedan a la aventura "Los huesos de Arnor" pero estamos disfrutando de cada capítulo y esperando ansiosamente el siguiente!

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