El estratega no era otro que Chechi, un compañero de la comunidad que lo había acompañado en infinidad de ocasiones a los lugares más peligrosos de la Tierra Media. El estratega era un sobrenombre que le iba al dedillo ya que siempre se adelantaba dos o tres pasos al enemigo.
- Sí, es invencible- contesto el estratega- además, el tipo se regenera cada turno y se cura tres heridas.
- Creo que esta vez vamos a morir- comentó la innombrable.
La innombrable era Núria, la componente del grupo que más partidas ganaba a todo. Tenía esa especie de aura protectora detrás de la que se escondía una jugadora tenaz y hábil. Por si fuera poco era la compañera de Julito y eso a él le causaba cierto ardor de estómago ya que normalmente, debía hincar la rodilla ante su superioridad y eso no era aceptable la mayoría de veces.
El problema real era que Julito invertía cantidades ingentes de dinero en material lúdico y además invertía inestimables cantidades de horas para prepararlo. El resultado de tremenda inversión no era proporcional al número de victorias y eso se transformaba físicamente en úlceras mentales que sufría en silencio en la cama mientras la innombrable dormía a pierna suelta.
- Vamos a ver- insistió Julito- el Balrog es invencible, se regenera y por lo que he visto nos ataca en cada turno a todos y encima con cartas de sombra para cada uno de nosotros. Yo lo veo así, cerramos la caja, la precintamos, le dibujamos una estrella de cinco puntas, invocamos a un primigenio y si se tercia la prendemos fuego ¡y tiramos millas!
- ¡Jajajaja!- el estratega se jactaba de semejante plan- Lo que tienes que hacer es preparar tu mazo para enfrentarte al Balrog. ¡Que el llorica soy yo! Y no me estoy quejando, la misión pinta superbien y además si vencemos cerramos el ciclo de ¡la Mina del Enano!
-Ya pero...yo paso de tocar el mazo- inquirió Julito mientras sacaba un puñado de cartas plastificadas de una caja azul y las miraba una a una con ternura- Tengo un mazo de narices, lo habéis visto en otras misiones, puedo dar la talla seguro.
- Ángel fliparía con la misión- comenzó el estratega- igual un día podemos probarlo con él.
- ¡Perfecto!- comentó entusiasmada la innombrable- Yo parto mi mazo y que juegue con una de mis esferas.
- ¡Qué!- Julito reaccionó- ¡Y un troncho! No toques tu mazo para que juegue Ángel, total siempre se duerme, no vale la pena ni decírselo.
-No me digas que no fliparía- siguió el estratega.
- Seguro que sí- empezó Julito- pero no va a venir o si viene lo hará un día y ya sabéis que el juego es narrativo al 100%. No podemos estar esperanzados a que juegue y quiera seguir porqué si eso pasara nos cortaría la proyección lúdica que tenemos. No estoy dispuesto a aceptar semejante proposición. ¿Tiene sentido recomendar este juego, ofrecerlo a alguien que sabemos está incrustado en casa? Por la razón que sea, yo no critico solo planteo que no es viable. ¿ Cuantas veces hemos comentado el tema? Ese tío se leyó el Señor de los Anillos porque no tenía otra cosa que hacer, es su libro preferido porque no ha leído nunca otra cosa.
- No seas así- intervino la innombrable- ahora tiene una niña y igual no le apetece.
- ¿Y antes? ¿Antes qué?- Julito estaba como poseído. Su mirada perdida dibujaba en el aire un álito de incomprensión- ¡No le gusta y punto!
Chechi miraba la situación desde su asiento. No era la primera vez que comentaban la jugada, de hecho se preguntó porqué Julito siempre reaccionaba así a comentarios sobre porqué uno u otro no podían venir a jugar. El estratega entendía que la reacción de su amigo era debido a que echaba en falta poder compartir más momentos de camadería con sus compañeros ausentes. Aquello se le pasaba rápido pero siempre tenía que ladrar antes de empezar.
- ¿Y tú qué dices?- preguntó Julito a Chechi.
- Yo no digo nada, solo digo que molaría que pudiera probarlo un día. Una misión cualquiera, sin tener que pagar permanencia. Era solo una idea.
- No...-contestó Julito- ...si yo en el fondo te entiendo, pero es que me jode que no lo disfrute, es un juego hecho para él, con sus enanos, sus elfos, los villanos, las maldiciones... La verdad es que estaría guapo probar una misión con Ángel.
- ¡Claro que sí!- le animó Núria- Es que has de ser más comprensivo. ¿Te has tomado ya la pastilla?
No hubo tiempo para poder contestar semejante zasca, cuando una de las cartas situadas en el centro de la mesa se movió. Una explosión de fuego se alzó y allí en el centro de la mesa apareció el Balrog. Llameante y sombrío con un látigo en la mano. Tenia el tamaño de la misma carta, era pequeño pero su voz grave inundó el comedor.
- Llevo esperando trenta minutos largos y solo oigo hablar de los que no están. Queréis hacer el favor de enfrentaros ¡al Daño de Durin!- dijo el Balrog comunicándose en lengua Negra- Habéis llegado hasta aquí huyendo como cobardes y no permitiré que salgáis airosos de Moria.
Los tres amigos se quedaron de piedra. Nunca les había pasado nada parecido. Suerte que el Balrog era enano porqué sino hubieran abandonado la mesa y se hubieran escondido bajo cualquier cama.
- Mira Balrog- empezó el estratega que ya debía ir dos o tres pasos por delante del amigo- que te parece si empezamos ya. Te colocas en el área de preparación y nosotros jugamos héroes y aliados. Nos los vas matando y asunto acabado.
El Balrog los miró de soslayo, bajo la cabeza y recogió el látigo. Refunfuñando se colocó en el centro de la mesa, se sentó y espero que todo empezara.
- Os espero aquí- anunció- pero se acabaron las tonterías de ese tal Angelillo, si no tiene lo que hay que tener para enfrentarse a mi que se quede en casa.
Al pronunciar esas palabras, Julito se preguntó porqué se había enfadado el Balrog. Mirándolo allí sentado comprendió su soledad. Moria no era un lugar agradable, era un lugar oscuro, frío y húmedo. Aquel ser había reaccionado porque los comentarios que hacían eran por amigos que podrían estar pero delante de amigos que estaban. El Balrog no tenía amigos, los orcos y los trasgos no eran compañía agradable y esa situación lo superaba. Había sido creado literariamente como un malvado sin derecho a redención, siempre viviendo la misma situación una y otra vez. ¿Cuantas veces debía haber caído en aquel abismo?
- ¿Balrog?- balbuceo con respeto Julito- Cuando acabemos esta misión, si perdemos, la volveremos a jugar pero si ganamos te prometo que la volveremos a jugar con Ángel o con quien sea.
- ¿Haríais eso por mi?- los ojos del Balrog se humedecieron- Vosotros me tratáis bien, me habéis enfundado, me guardáis en una caja con las demás expansiones y no tengo que aguantar a Gandalf en el mazo. No me llevo bien con él y siempre que aparece es para tocar las narices. Además no puedo hablar con nadie, me tienen miedo. Mis latigazos o mis llamas saltadoras les aterran. Vosotros sois un buen grupo, os escucho jugar desde la caja y me gustaría poder pasar más rato con vosotros. Yo dando golpes mortales y vosotros esquivando mis latigazos y mis cartas de sombra.
Aquella carta enemiga se merecía una buena partida, se merecía que lo diéramos todo. Y así fue, la lucha fue tremenda, hubieron bajas, la misión se tensionó en más de un momento y los héroes aguantaron las envestidas del Balrog. La muerte rondaba en cada turno y el látigo esbozaba dibujos de fuego en el aire. El Balrog sonreía pues sus rivales lo estaban haciendo bien. Los jugadores disfrutaban de cada segundo. Todo parecía perdido y al momento recuperaban el aliento. Al fin todo acabó en el pozo oscuro, los héroes acorralaron a la criatura y al borde de un precipicio, tambaleantes, unas rocas cayeron sobre ella. El alud de piedras se llevó al Balrog a la oscuridad y mientras caía gritaba en lengua Negra: " ¡Volved con ese Angelillo y os prometo una revancha histórica!"
Los amigos se miraron, habían acabado el ciclo de la Mina del Enano pero habían hecho una promesa, una promesa que deberían cumplir. No sabían dónde, cómo ni cuando pero en algún momento Angelillo viajaría a la Tierra Media para poder conocer al Balrog, mirarle a la cara e intentar afrontar con valor su sombra, su llama y por supuesto ¡su látigo!
- Perdonad- desde la carta del Daño de Durin el Balrog asomó el torso- ¿El tal Angelillo ese no será el calvo cabrón que destroza zombis, placa en el Blood Bowl y es superviolento?
- ¡Noooo!!!-contestó Núria- Ese es otro.
- Uffff!- el Balrog pareció aliviado, su cara se relajó y sonrió- Es que si viene ese yo paso, lo metéis en un Arkham Horror ¡y que se jodan los primigenios!
Después de la misión y del buen rollito que tuve con el minibalrog, decide acercarme por Moría, minib me habia dado su dirección. Estuvimos haciendo unas birras y charlando acerca de Angelillo y creemos que hemos encontrado la misión perfecta para el. 😁
ResponderEliminarCuando volvamos a ver a minib el os lo explicara, pero mejor quedamos en su casa que mola mazo. Unas birras frías, un buen buey a las llamas del infierno y una buena charla de juegos.
Coméntaselo a Ángel!!! Seguro que no se lo cree!!!
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