lunes, 27 de febrero de 2012

¡OS ODIO!

¿Existe realmente el destino? ¿Existe realmente la casualidad? Algunas personas piensan que es un absurdo incuestionable, yo no. A todos nos gustan las coincidencias. Cuanto más inconcebibles, trascendentes y asombrosas sean, más disfrutamos con ellas. Haciendo un paralelismo podríamos pensar que la vida es un juego de tablero donde el azar interviene para dar sentido al caos que reina a veces en nuestras complicadas e intrascendentes vidas.
Leí en alguna página de internet que ahora no recuerdo, que en junio de 2001, una niña llamada Laura Buxton escribió su nombre y dirección en un papel y lo pego a un globo de helio. Lo normal es que un niño abra el globo y absorba el helio para hablar como una pequeña criatura rollo minimolina. Pero no, esta niña soltó el globo desde el jardín de su casa y este viajó 225 kilómetros hasta el jardín de otra niña que también se llamaba Laura Buxton!
La segunda Laura se puso en contacto con la primera y desde entonces son amigas. Comparten edad, aficiones y hasta mascotas similares.
Hace ya bastantes años nuestras vidas se cruzaron por un casual. Antes de conoceros mi opinión sobre vosotros, mis amigos, era bastante negativa. No voy a hablar de quien no esta y no participa pero si me voy a tomar la libertad de hablar de los que compartimos cada semana parte de nuestras vidas. Para que no digáis empezaré por mi mismo.
Siempre he tenido un complejo de inferioridad ante situaciones y personas que he valorado o sobrevalorado. Pienso que por eso, generalmente, hacia bromas pesadas o me metía de forma regular con alguno de vosotros. A lo largo de los años he intentado compensar esa manera de actuar poniéndome de forma empática en la piel de mis víctimas.
El haber leído comics de superhéroes a mantenido la parte oscura de mi personalidad contenida. Los valores que yo aprendía mes a mes, el sacrificio, la camarería, el poner la mano en el fuego por alguien… ¡Yo habría puesto la mano en el fuego por cada uno de vosotros!
Conocer a Núria me ha hecho ser mejor persona. Ella también contiene esa maldad que pienso que todos tenemos. De hecho ella ha vivido situaciones que vosotros no podríais creer donde mi comportamiento estaba más cercano a un primitivismo bastante ancestral.
Os voy a comentar unos de mis puntos más débiles, unos aspectos de mi vida que me desagradan pero que limitan mi manera de comportarme:
  1. El ritual de la muerte me supera. Me cuesta enfrentarme al hecho de que alguien no esta y tienes que visitar a sus familiares para decir alguna cosa, no sabes muy bien qué, pero algo.
  2. Ofrecer ayuda a los demás. Doy por hecho que la gente puede contar conmigo pero me cuesta ofrecerme cuando me muero de ganas de hacerlo. Que momento el día que Nando me pidió que le ayudara con la mudanza. ¡Qué quede claro esto no quiere decir que me guste hacer mudanzas!
  3. Cuidar a mis amistades. Cada fin de año me hacia el propósito de llamaros más a menudo solo para saber como estabais o escuchar vuestra voz. Nunca lo hice.
Sí, lo sé, todo esto suena muy de vomitado en el psicólogo, pero dejadme continuar. Después de una fase adolescente en el instituto, salidas nocturnas, momentos compartidos, acampadas, cenas, risas…, os perdí. Yo salí con Núria y trabajé en el horno, vosotros trabajabais de noche y Ángel salía con Marta y hacíamos cosas diferentes.
Hace un tiempo ya me había hecho a la idea de que habíais formado parte de mi vida y que siempre os recordaría tal cual (este no es el caso de Ángel con el que sí nos veíamos más a menudo). Sí, ya sé siempre hay aquello de que aunque te veas una vez al año parece que fue ayer. Pero empieza a entrar gente en tu vida por el trabajo u otras actividades y no puedes evitar pensar si serán esas personas las que te acompañaran el resto o lo que queda de vida. Imaginaba esa escena en la que nos encontrábamos por la calle y simplemente nos saludábamos, fríamente, como si nada y yo pensaba después, “¡menudo gilipollas!”.
Ahora y después de años sin vernos con frecuencia nos reencontramos con esta actividad llamada juegos de mesa. Volvamos al tema de la casualidad o el destino. Un día cualquiera venís a casa, alguien saca el tema, hacemos una partida a que sé yo el Carcassone, el Catán… que más da, y desde ese día llevamos meses quedando y disfrutando de diferentes juegos y de una amistad que no creía perdida del todo pero sí enfriada por el tiempo.
Entráis en mi vida de nuevo. Esto lo comento como algo positivo. Me explico, volvemos a vernos, hablar y compartir. Tengo un hobby que comparto con Núria (importante muy importante), una vía de escape semanal donde olvidar los problemas y la monotonía y encima no solo recupero a mis amigos sino que los conozco un poco más. Este comentario va más dirigido a la figura de Sergi. Ahora puedo disfrutar realmente de como es y valorarlo como persona cosa que a lo mejor no había hecho en el pasado.
Todo este rollo va dirigido hacía un fin. Primero quiero que sepáis que os quería a todos un montón (incluida Núria).
Nando: Qué voy a decir de Nando, un tipo noble, buen tío, el personaje que me ha arrastrado a hacer cosas como jugar a básquet (deporte que me importa tres pepinos o levantarme de madrugada para jugar a squash!). El amigo que después de una noche de juerga se ofrecía a ver Star Wars (o lo intentábamos) o Brain Dead. Todos conoceis a Nando.
Sergi: Un tipo especial y imprescindible en mi vida. Inteligente, amable, detallista, cariñoso (aunque no os lo creáis llamarlo por teléfono es una delicia, siempre esta contento cuando te contesta). Alguien al que no acabas de conocer porque siempre tiene cosa nuevas que ofrecerte.
Angel: Un trozo de pan, un tipo ocurrente, divertido, responsable, vamos el amigo ideal. Siempre está y aguanta lo inaguantable. Bueno, ¡con la edad se ha vuelto un poco quisquilloso! Ya sabéis, al mal tiempo pon cara de Angelillo!
Núria: La compañera ideal. Me soporta y eso ya es mucho pero además me quiere, me cuida, es la mejor madre que conozco, me deja ver pelis raras, os deja venir a casa y ahora hasta empieza a cocinar alguna cosa.
Así es como os veía hasta ahora. ¿Qué ha cambiado? Os lo diré abiertamente, lo que ha cambiado ha sido haber jugado a DESCENT!
Compré este juego por pura intuición, pensando que seguro que iba a cuajar en el grupo. Preparé el juego lo mejor que pude y decidí hacer de Señor Supremo. La experiencia me decía que debía seguir un precepto concreto: la primera partida ha de ser exitosa. Un fracaso y no volvemos a jugar en meses. Juego largo y encima hay que aprender muchas reglas y detalles. Empezamos cometiendo algún error pero poco a poco fuimos cogiendo la dinámica. Pude haber utilizado alguna actuación, trampa o algún truco peligroso, pero entonces mi yo positivo me decía:
- Déjales que jueguen, que avancen, que la partida no sea un muermazo.
Yo con toda mi buena fe, reprimiendo mi lado oscuro, ese que hace tiempo que está encerrado en el fondo de mi psique, intentaba que vuestra misión no fuera una bazofia y disfrutarais jugando.
¿Qué gané a cambio?
Os juntasteis como héroes, pero no como los héroes de los comics que leía de pequeño. Jugasteis y vencisteis, pero, a qué precio? Os mofasteis de mi durante toda la partida y perdisteis toda la honra que os quedaba.
-¿Arañas Ponzoñosas? ¡Ui qué miedo!
- ¡Mira unos esqueletos! ¡Ya los mato yo que estos me duran menos que un caramelo en el patio de un colegio!
- ¿Hombres bestia? ¿Seguro qué no son gatos?
- ¡Dame 50 monedas que ya he matado otro!
- ¿Invencible? ¡Si no dura ni una tirada de dados!
Los más humillante fue cuando empezasteis a matar a las mantícoras como si fueran simples hormigas y acojonasteis al gigante:
- ¿Lo tiramos en el foso y lo masacramos?
Todo tiene un límite en la vida y vosotros lo sobrepasasteis con creces. Cuando os fuisteis no pude dormir. Pensé que había sido demasiado blando y las continuas miraditas de Sergi lo confirmaban una y otra vez. Y frases como “Este ha sido el peor master que he visto nunca” me quedaron grabadas a fuego lento.
Por eso he decidido asesinaros. Sí amigotes, ya no os veo como a mis amigos, ¡ahora soy el Señor Supremo! Habéis despertado a la bestia y la bestia ha pensado un final para cada uno de vosotros!
Ángel: ¡Vas a morir de ganas de hacer pis!
Mi mente retorcida ha ideado este magnifico plan. Cuando vengas a casa beberás un brebaje diurético mezclado con la bebida y no te voy a dejar ir al lavabo. Tu vejiga llevada al límite explotará y salpicarás a tus colegas héroes si no han muerto aún.
Nando: ¡Muerte por postre!
¡Chocolate y más chocolate¡ Chocolatinas, pasteles, bombones, chuches…Todo lo que puedas ingerir y más. Cuando no puedas más te ataré un embudo a la boca y te ayudaré a rellenarte como el cerdo que eres¡
Sergi: muerte por 1) veneno, 2) herida de balas (cuatro), 3) golpe de palo y 4) ahogamiento
Eres el más peligroso y no voy a ahorrar en muerte. Me gustaría hacerlo en el mismo orden. ¿Haber a que nivel llegas?
Núria: ¡Muerte por imitación!
¡Muérete como quieras! La de Sergi es la más efectiva.

Sois unos putos héroes de nivel dos pero de aquí no vais a pasar. El destino hizo que nos conociéramos por un motivo concreto, ahora lo tengo claro. Tantos años nos han arrastrado hasta este punto de no retorno. Mi misión en la vida es acabar con vosotros infames. ¡Los hermanos de mi gigante os esperan ansiosos y con ganas de venganza!
¡Van a haber hostias (Poema)
Van a haber hostias,
tres para el Angelillo bajo el cielo.
Siete para Nando que vive en su palacio de piedra.
Nueve para Sergi, el sabio mortal condenado a morir.
Una para Núria que vive con el Señor Supremo en su trono oscuro,
en la cueva de la tierra de Descent donde se extienden las sombras.
Una mano, la mía, para gobernarlas a todas.
Os encontraré y os atraeré a todos y os ataré en las tinieblas
para hostiaros a todos
en las tierras de Descent,
donde se extienden las sombras.
Os desafió a superar el próximo nivel y os aseguro que esta vez vais a probar vuestra propia medicina!

No hay comentarios:

Publicar un comentario