sábado, 14 de enero de 2012

El Sexto sello.

Viernes 13. La tarde se hacia noche. 20 grados de temperatura. El televisor crujía, chillaba, reía… mientras una película infantil avanzaba ante los ojos vidriosos de una chiquilla. El interfono sonó alertando a los habitantes de la casa. La noche estaba a punto de empezar y ninguno de los invitados sabía que aquella noche aciaga los marcaría para siempre.

El primero en llegar fue Sergi. Cumplió con la norma establecida y trajo su taza salvoconducto. Entró en silencio y se dirigió a la cocina. Los habitantes de la casa reaccionaron y se pusieron en marcha, había trabajo que hacer.

Los siguientes fueron Marta y Ángel. No cumplían con los requisitos pero un pase VIP en forma de tarta de manzana y una bandeja de cruasanes les facilito la entrada. Todo avanzaba de la mejor forma posible.

El último componente del grupo, Nando, hizo acto de presencia minutos más tarde y enseñó su taza a través de la mirilla de la puerta. El grupo estaba al completo. Solo quedaba empezar.

Una cena. Hamburguesas, bebida y unos buenos postres. Anécdotas, secretos y humillaciones bajo un ambiente distendido y alguna carcajada (para ver más detalles estar atentos al estreno del nuevo blog de Sergi donde hablará de crucifijos, katanas nocturnas y borrachos que pierden coches).

Mientras el grupo disfrutaba de una velada esperadísima (tener a Marta y Ángel no es algo que se pueda disfrutar de forma regular), los planetas empezaban a alinearse en su contra.

Empezamos jugando a Cash and Guns. Un juego entretenido y muy educativo para toda la familia. Ha de ser una gozada jugarlo con niños y otros miembros de la sociedad acostumbrados a una vida más que mundana (me refiero a monjas y abuelas). De hecho a quién no le gustaría apuntar a otra persona con un arma y disparar, amedrentar a un compañero para que se tire al suelo acobardado bajo la mirada atenta y la mofa continua del resto de personal. Traicionar a tus compañeros avisando a la policía y ganar pasta, mucha pasta. Por unos momentos fuimos personajes sin escrúpulos con una dignidad bastante discutida y una moral que rallaba la indecencia. Todos estos valores inculcados a golpe de película de John Woo, deleitaron unos cuarenta y cinco minutos de juego divertido, sobretodo, si el número de jugadores es 6.

Después de recoger el juego Ángel se levanto eufórico y afirmó:

- Me he preparado El Señor de los Anillos. ¿Lo probamos?

Todos los presentes quedamos atónitos ante tal noticia. ¡Menudo personaje! ¡Hace dos años que tiene el juego y lo ha preparado ahora! ¡Mejor tarde que nunca!

Montamos el tablero y empieza la explicación. La plebe estaba más o menos atenta o esa era la sensación que a mí me daba. Las reglas parecían seguir los preceptos correctos y estábamos convencidos que con la práctica seguro que lo pillábamos. Eso creíamos hasta que semejante personaje empezó a decir de forma repetitiva:

- Bueno, de esto no me acuerdo. Ya lo miraremos cuando lleguemos.

- Bueno, esto no lo tengo claro. Después le damos un vistazo.

- Haber déjame leer. Esto era…

Dubitativo Ángel empezó a sembrar la sombra de la duda. Sergi lo miraba con los ojos abiertos cual lechuza y una expresión de incredibilidad.

Ahora voy a traducir las expresiones en pensamientos.

Sergi pensaba:

- ¡Vaya Gilipollas! Este tío no se ha leído las reglas. Seguro que ha ido a cagar antes de venir y les ha echado un vistazo.

Nando lo miraba con aires de superioridad mientras estaba más pendiente de la comida que empezaba a aparecer (chucherias, frutos secos…).

Nando pensaba:

- ¡Deja de explicar chorradas y empecemos a jugar! El movimiento se demuestra andando. Tiene pinta de no tener ni puta idea. ¡Seguro que me tengo que leer las putas reglas y explicárselo yo al resto. Tranquilízate Nando que después te pasa lo del Blood Bowl.

Marta debía de pensar que íbamos a jugar al zombies y empezó a deleitarnos con expresiones dignas del mejor zombi de Romero. A veces de forma exagerada babeaba sobre la mesa, nada alarmante pero si un punto inquietante. Esta chica debe de tener apnea, al menos eso pensé yo al ver como había intervalos de 10 segundos donde dejaba de respirar. Cuando reaccionaba, acto que sucedía de forma bastante irregular, miraba a Ángel con orgullo mientras luchaba por no cerrar los párpados.

Marta pensaba:

- ¿Eh? ¿Dónde estoy? ¡Ah! ¡Sí! Mira mi Ángel, que bien que se explica. Con que respeto lo miran sus amigos, ¡como lo admiran! (A continuación todo empieza a verse borroso hasta que llega la oscuridad total).

Vuelve en sí.

- Míralos que majos, le han preguntado a mi Ángel si se ha leído las reglas. ¡Los ha sorprendido seguro! Mira a Juli diciendo que no con la cabeza, debe de pensar que le ha salido un competidor fuerte en esto de los juegos. ¿Qué hace Ángel leyéndose las reglas? ¿No había preparado el jue… (A continuación su vista se congela en un punto fijo y pierde la conciencia).

Nuria miraba la situación estupefacta. Miraba a Nando y Sergi y se reía mientras los demás intentábamos no mofarnos de la situación. (No estamos acostumbrados a que Ángel prepare nada, bueno sí las partidas de rol).

(Sergi en tu nuevo blog dónde te pasaras supongo que conmigo, ¿podrías explicar también alguna de las partidas que organiza Ángel? Hablar de su actitud déspota y poco flexible…

Núria pensaba:

- ¡Madre mía! Nando y Sergi se lo van a comer vivo. Como Juli empiece a meterse con él ¡la van a liar! Pobre Marta mira como esta viviendo la situación. ¡Ostras que le pasa? Me parece que no respira.

Ángel consiguió explicar la dinámica y empezamos a jugar. La verdad es que el nivel y dificultad del juego rondaba lo indecente. La comunidad se paseaba por Moira o el Abismo de Helm haciendo picnics y merendolas. ¡Qué viene Sauron! ¡Ui que miedo! Toma dos cartas o un Escudo y no ¡ nos toques los cojones!


Nando estaba desesperado:

- ¿Pero esto que narices es? Sufro más haciendo zapping que con el próximo evento del tirillas este!

Sergi no daba fe a lo que estaba viviendo:

- ¿Dónde están los monstruos?-decía.

- ¿Qué monstruos?- respondía Ángel.

- No sé, ¿no hay monstruos que matar? ¿Aquí solo se ha de pasear? ¡Quiero matar!

Entonces lo entendí todo, la culpa era del 6. Yo pensaba que el 7 era el número más recurrente en la cultura ya que aparece con frecuencia como el número mágico, sagrado, del destino. Pero el 6 también se considera un número de mal augurio porque marca el principio de la cuenta atrás hacia el final de los tiempos y porque su repetición es el número de la bestia. El libro del Apocalipsis establece una escalofriante cronología para el plan maestro de Dios que pondrá fin al mundo: los siete sellos, que podrían estar empezando a romperse.

Estaba claro que se estaba rompiendo el sexto sello. Aquello que habíamos empezado debía finalizar lo antes posible. Pero, ¿qué habíamos hecho? Estaba claro. Para empezar éramos 6. ¡Cuatro de nosotros representábamos la esencia de los jinetes del Apocalipsis!

Muerte: Marta la zombi. Durante algunos momentos visito el mundo de los muertos dejando de respirar y supongo que con alguna que otra parada cardiaca puntual.

Peste: Aunque me duela en el alma esta claro que yo representaba la peste. No voy a dar más detalles.

Hambre: ¡Puto Nando! Lo delataron expresiones como:

- ¡Es que como por comer! ¡No me pongáis nada más delante!

Hasta creo recordar que durante la cena intentó meter su mano en mi plato. Era tanta su gula que ¡hasta olvidaba poner la hamburguesa dentro del pan!

Guerra: Sergi siento delatarte pero tus ansias de matar y acabar con el enemigo no dejan un atisbo de duda.

¿Pero entonces que papel tenían Ángel y Núria en todo este embrollo? La respuesta era obvia, ¡estaban poseídos por entidades demoníacas! Debíamos acabar el juego y exorcizar a nuestros dos compañeros.

Perdímos conscientemente la partida. Telepáticamente me comuniqué con Marta (Muerte) que se llevó a Ángel y ¡vete a saber lo que le hizo después!

Conseguimos que Núria se fuera a dormir y empezamos el conjuro. El conjuro se llamaba Dice Town. Éramos cowboys del salvaje oeste que apostábamos constantemente para ganar. Los dados se movieron por el tablero intentando hacer las combinaciones de póquer necesarias para conseguir dinero, pepitas de oro y propiedades. Debíamos jugar hasta que el Sol empezara a asomar por el horizonte y así lo hicimos. Extenuados conseguimos restablecer el sexto sello y acabar con una amenaza más que peligrosa.

La próxima vez debemos jugar a juegos menos peligrosos como la Sombra de Cthulhu o el Blood Bowl.

No hay comentarios:

Publicar un comentario