Una entrada extraña ya que la hemos vivído en semiconfinamiento desde la página Boardgamearena. Además de nuestro regreso al pasado donde nos aguardaba Chechi, nuestro personal Gurú, hay también lo que parece una leyenda urbana que voy a explicar de immediato para prevenir a un muy buen amigo. ¡Allá vamos!
No es fácil separar el grano de la paja. O, lo que viene siendo lo mismo, la realidad de la ficción. Hay un montón de leyendas urbanas, incrustadas en el imaginario colectivo y que después se amplifican por otros medios y revelan los miedos de nuestra sociedad. Miedo a que te roben un órgano, miedo a conducir de noche, sólo, en una carretera de curvas, miedo a mirarte al espejo y repetir 3 veces Verónica... Historias que se mueven en el límite de la realidad y los más crédulos disfrutan riendo o temblando de miedo. Hay una nueva historia. ¿Una leyenda urbana? Quiza. Lo que sí es cierto es que este es un aviso para navegantes de esa nave llamada Tínder que puede que empiece a zozobrar partir de hoy. Escuchad con atención la siguiente historia, puede ser la primera vez que la percibais en vuestra realidad pero ya se ha hecho eco en las redes.
LA CHICA DE LOS TATUAJES
Un incauto, ese tipo inocente que utiliza las redes sociales para conocer chicas con un objetivo noble, se apunta a una aplicación llamada Tender (no voy a hacer publicidad). En uno de los perfiles, una chica tatuada, exótica y atractiva, le da un like. Nuestro personaje duda pero finalmente entabla contacto y acaban quedando. Quedan en una urbanización y él pasa a recogerla en coche. La chica sube y mientras hablan él obserba que sus tatuajes son como orientales y parece que se muevan, son una pasada. Entonces el pobre chico pregunta por uno en concreto.
- Este es un UBUME, son madres que murieron dando a luz o dejando a hijos muy pequeños. Se dice que regresan a la vida para protegerlos. Son espíritus amorosos, como yo.
Nuestro amigo se fija en el rostro de la chica y atisba unos rasgos orientales y picaruelos. No se atreve a preguntar directamente para no crear suspicacias pero está algo tenso e intranquilo. Los nervios le recorren la piel y empieza a darse cuenta que esa no va a ser un cita normal.
- ¡Ten cuidado- avisa ella de repente- la próxima curva es muy peligrosa!
El sobrepasa la curva y mira al asiento del acompañante. Ella se ríe de forma histérica y añade:
- ¿Te has asustado? ¿Te pensabas que ibas a ver a la chica de la curva o que era yo misma y el asiento iba a estar vacío?
¿Leyendas urbanas? ¿Humor negro? Nuestro protagonista empieza a encontrarse algo extraño, no sabe qué le pasa pero no está cómodo con la situación. Él es de chicas más tradicionales, de hablar del trabajo, de las vacaciones, hasta de la familia...
-Por cierto- empieza ella- ¿Tienes hijos?
¡Mierda! ¿Ahora pregunta por la familia? Nuestro amigo recibe la pregunta en un momento inesperado, no está preparado para responder, de hecho sabe que no debe hacerlo pero finalmente responde que sí.
- ¡Qué bien!- comenta ella eufórica- Mira éste tatuaje- señala la imagen de una niña dibujada en el vientre- es un ZASHIKI-WARASHI, es el fantasma de una niña traviesa y juguetona. Si se te aparece uno es un buen augurio pero si lo expulsas tendrás mala suerte y sufrirás desgracias.
Después de esa impactante información la chica se queda en silencio. Durante unos minutos eternos, él no gira la cabeza ni una sola vez. Fue entonces cuando decidió poner la radio para romper aquella tensión inaguantable que cortaba el aire que había entre los dos. La radio no funciónó y la estática no ayudó a relajar la situación. La apagó.
- Puedes para un momento por favor- dijo amablemente la chica.
Él paró el coche a pie de un descampado. Ya empezaba a hacerse de noche y quería llegar enseguida a casa. Al menos podrían tomar algo y normalizar aquella especie de cita algo inusual.
- Yo perdí a mi hija hace 5 años.
Así, ¡de sopetón! El mensaje llegó como un meteorito, como un puñetazo en pleno mentón. Es de esos mensajes a los que no puedes responder con agilidad, de esos que convierten la cita de regular en directamente mala. ¡Tierra trágame! ¿Cómo me he metido en este berengenal (maizal puede ser un término más apropiado)?
- Me gustaría encontrar un hombre que quisiera tener una hija conmigo.
La cosa iba de mal en peor. ¡Debía coger el timón del barco ya! Aquella chica necesitaba un buen terapeuta pero él no era esa persona. Tenía que ser sensible pero directo. Había llegado el momento de comportarse como el perfil de chico Tender que impera. ¡Yo sólo quedo para empujar! Repetía esa frase en su cabeza mientras su poder empático lo acercaba a comprender el sufrimiento de aquella pobre chica. ¡No! ¡No cedas! La lucha interna duró unos segundos y al final decidió.
- Lo siento, lo que te ha pasado es una mierda pero yo no soy la solución a tus problemas. Además, yo ya tengo una hija y la verdad es que no nos conocemos de nada...
- ¿Me rechazas entonces?
- Hombre no es eso...- la diplomacia hizo acto de presencia, fue entonces cuando nuestro protagonista atisbó el tema como un problema que debía extirpar allí mismo.-...sí, tengo que rechazarte, necesitas ayuda. Vé a un psicólogo, llama a tus amigos...
- No eres el primero que me rechaza- comenzó ella- sabía que está no sería una buena forma de volver.
- ¿De volver? ¿Quieres que te lleve a casa?
- Lo ves Akane, nos han expulsado y ya sabes qué pasa cuando nos expulsan ¿no?
¿Akane? Nuestro protagonista miró a la chica que a su vez miraba el espejo interior del coche. Él, temblando y muy asustado, giró la cabeza para mirar en el asiento de atrás y vió un bebé incorpóreo del que podía percibir la existencia. Se le puso la piel de gallina y se le erizaron los pelos en la nuca. Empezó a gritar pero la chica le tapó la boca con fuerza y lo immovilizó con la mirada. Entonces se acercó y le dijo:
- Cuando perdí a mi niña hace cinco años, yo tampoco sobreviví. Ahora busco a niñas a las que proteger pero tu no me has dejado. Además has expulsado a mi pequeña y a partir de ahora la mala suerte te acompañará ¡para siempre!
En ese mismo instante la chica se desvaneció, desaparecíó ente él y el bebé se fue con ella. Con los nervios a flor de piel encendíó el motor y salió de allí a toda velocidad. Debía llegar a casa, aquello no había pasado. En la siguiente curva una chica vestida de blanco hizo aspavientos con las manos, le pedía que parara pero él no estaba dispuesto a lidiar con otro fantasma así que apretó el acelerador y atravesó a aquel espectro que resultó ser una adolescente que había tenido un accidente de moto y pedía ayuda. La chica murió en el acto y nuestro amigo chocó con un árbol y yació herido esperando a que le auxiliaran. Antes de perder el conocimiento vio una figura femenina que le susurró "serás un buen YUREI y adornarás mi cuerpo".
Había accedido a quedar con aquella chica. Estaba tremenda, tatuada, exótica...no entendía como le había dado un like a él, de 45 años, con dos hijas pequeñas, no se lo podía creer.
- ¿Y esos tatuajes?- preguntó señalando a uno que ella tenía en el antebrazo.
- Es un YUREI, un fantasma que murió sufriendo...
Nuestro amigo, desde el antebrazo, intentaba avisar a aquella pobre víctima que estaba a punto de caer en los brazos de la muerte o en una vida llena de terror y miedo. Intentó moverse con todas sus fuerzas pero lo único que consiguió fue el efecto deseado por aquel maldito ser.
- ¡Ostras!- exclamó sorprendido- ¡Parece que se mueve!