lunes, 21 de mayo de 2018

¡CORRUPCIÓN!

Cuando Chechi me anunció que iba a destruir y derramar sangre pensé que se había dejado de tomar las pastillas. Me gritaba por el móvil  que el juego lo había encontrado y que iba a infectar y a extender inmundicia por todo el mundo conocido. Que debíamos detenerlo ya que podría manipular y cambiar el curso de los acontecimientos. En seguida comenté la jugada con Núria y decidimos planear una jornada lúdica sin violencia, rollo un Carcassone y un Colonos de Catán.

Llegó a casa como muy dejado, como si hubiera estado escabando bajo tierra. Las uñas llenas de barro, ojeras, pelo sucio, dientes amarillentos... Su imagen era más fruto de una transformación que de una larga jornada de trabajo. Llevaba un paquete bajo el brazo, envuelto en papel marrón gastado, manchado, viejo con un lazo hecho con una cuerda vieja y roída. Lo dejó encima de la mesa y se dejó caer sobre la silla. Murmuraba en voz baja: "Corrupción, desolación". Nada que tuviera sentido para nosotros.


- ¿De dónde sales con esas pintas?- le comenté.

Empezó a balbucear lo que parecía un relato, una historia de lo que le había sucedido. Decidimos no interrumpirle y dejamos que nos guiara a través de lo que parecía una autentica locura. 

"La tienda estaba vacía, el dependiente iba de lado a lado, nervioso. Miraba la estantería de forma constante, sus ojos no perdían de vista un paquete. Estaba oscuro, era parte del encanto de aquel extraño lugar, sin la ayuda del dependiente dudo mucho que nadie fuera capaz de encontrar nada. Me miró fijamente con unos ojos pequeños y vivaces. Sus manos temblaban y dejo ir un suspiro como si esperara verme. Me hizo un gesto con la cabeza y me acerqué. Se giró, cogió el paquete que había en la estantería y me lo ofreció.  Yo decline la oferta ya que pensé que se había equivocado. Entonces empezó a gritarme. "¡No me puedes hacer esto! Llévatelo! ¡No lo quiero en mi tienda!" Cogí el paquete y salí corriendo de aquel lugar. Me metí en el coche y lo dejé en el asiento trasero. Me di cuenta días más tarde que seguía allí.

Había estado ocupado con el trabajo. El jardín parecía descuidado, puede que demasiado. La comida se echaba a perder con facilidad y la fruta se picaba o estaba llena de gusanos. Un fuerte hedor comenzó a inundar la casa. El paquete descansaba sobre la mesa, no lo había abierto porque pensaba devolverlo. Volví a aquella tienda para resolver aquel asunto y descubrí que la tienda había cerrado para siempre. Volvía a casa, dejé el paquete sobre la mesa y me senté ante él esperando que me dijera qué hacer. No dijo ni una palabra así que decidí abrirlo. Era un juego de mesa, lo reconocí en seguida porqué lo había estado buscando por la red, CAOS EN EL VIEJO MUNDO. Lo cogí y entonces le vi a través de la ventana del comedor. El dependiente estaba allí, quieto, mirándome fijamente, como asegurándose de que abriera el paquete y encontrara el juego.



Salí a ver que quería y lo encontré en el suelo, estirado. Me acerqué rápidamente y toque su cuerpo aun tibio. Me miró a los ojos y me susurró al oído que debíamos jugarlo, que el juego me había elegido a mí y a mi grupo y que la única forma de contener su maldad era jugarlo. Murió un instante después y su cuerpo se secó en mis brazos como una pasa abandonada a su suerte. No podía dejarlo allí, así que lo enterré en el jardín. Algo me arrastró a hacerlo, como si aquel pobre diablo no tuviera familia ni amigos conocidos.


Entré en casa y miré fijamente la caja. Me pasé tres días sentado ante ella, sin comer ni beber. Hoy es viernes, vamos a jugarlo y a acabar con todo esto."

- Chechi estás bien?
- Todo lo bien que se puede estar después de enterrar a un desconocido y estar ausente casi una semana. No me toques las narices y sentaos a la mesa. No sé como, pero sé como se juega a esto y vamos a hacerlo inmediatamente.


Sin rechistar nos sentamos para observar como Chechi extendía sobre la mesa un tablero hecho de piel humana y ejércitos de demonios y cultistas que no dejaban de balbucear y moverse. Debíamos escoger el papel de un Díos con poderes ruinosos y debíamos crear el caos sobre el tablero. Debíamos invocar seguidores y influenciar las diferentes regiones del viejo mundo. Debíamos corromperlo todo.


He de decir que la experiencia fue vibrante. Aquel juego de mayorías y control de áreas me encantó. No era complejo y aunque el mal rebosaba sobre la mesa, supimos contenerlo. Nos recordó al Cthulhu Wars y en algunos momento al Blood Rage pero la verdad es que tenía identidad propia. Los dioses eran asimétricos y de esa asimetría dependía la estrategia de cada uno de los jugadores. Un juego maldito que debería de ver mucha más mesa.


Después de jugar, al cerrar la caja, los ojos de Chechi descansaron. Todo parecía en su sitio y Chechi estaba aliviado. El juego tomo un aspecto de normalidad pasmosa y Chechi se quedó dormido. Estaba exhausto así que no lo molestamos. Al día siguiente ya no estaba, lo llamé para comentar la jugada pero no recordaba nada de nada. Solo me dijo que había conseguido el CAOS EN EL VIEJO MUNDO y que se lo estaba preparando.


Núria y yo decidimos no comentar nunca el tema. Algún día, si decide leer el blog, puede que sepa la verdad o piense que este es un simple relato que he inventado para rellenar una de nuestras entradas. Lo que nunca le dije a nadie es que mientras jugábamos no dejaba de ver detrás de Chechi una figura repulsiva, era una especie de rata cornuda pero dejemos este relato para otro momento.

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