Existen muchos museos dedicados a las más variadas ramas del arte, la historia y la ciencia. Otros se dedican a mostrar cosas extravagantes y misteriosas. Pero el museo que hoy nos atañe no es un museo cualquiera, especialmente para aquellos que no estén dispuestos a afrontar la muerte. Nuestro museo es un lugar repleto de magia ancestral, un museo donde los seres más extraños y primigenios hacen acto de presencia.
No es un museo que se pueda visitar abiertamente, de hecho abre sus puertas a las 12 de la noche y una vez entras no vuelves a salir hasta haber completado la tarea asignada. La tarea tiene que ver con portales que se abren desde otro mundo y que intentan atravesar las más terribles deidades. No pagas entrada sinó que eres invitado a entrar y las entradas solo te las puede facilitar un amigo, un conocido, alguien que quiere que le acompañes al infierno y volver con vida.
Esta vez la invitación vino de manos de Chechi. A media semana comentó que viajaríamos a 1926 y que nos enfrentaríamos a horrores inimaginables. El viernes 25 de mayo, a las 10 de la noche, los cuatro investigadores nos encontramos a las puertas del museo. Chechi nos comentó que en el interior seres de otros mundos intentaban utilizar artefactos mágicos para entrar en nuestra dimensión y crear el caos. Al dar las doce campanadas, abrimos las puertas y entramos. Registramos las salas de mármol en busca del peligro y dispuestos a utilizar el legendario símbolo arcano para mantener nuestra realidad a salvo. Sí amigos, estábamos a punto de jugar al SÍMBOLO ARCANO y no sabíamos lo que se nos venía encima.
Teníamos que darnos prisa para sellar el portal abierto, pero no esperábamos encontrar a Shub-niggurath, conocido como La Cabra Negra del Bosque de los diez mil retoños, dios de la fertilidad y padre de los retoños oscuros. El tipo nos exigió al máximo y no pudimos triunfar. Las tareas eran complejas y nuestras tiradas de dados un autentico desastre. A final nos rendimos ante tal poder y la Tierra pereció. ¡Una primera misión desastrosa!
La noche no podía acabar así y decidimos volver a entrar. El mismísimo Cthulhu nos esperaba y nos desafió a vencerle. Esta vez, mucho más organizados, con el reglamento más claro y ganas de resarcirnos nos dispusimos para la misión. El final de la partida fue épico. Quedaba un último turno antes que la última ficha de perdición completara el track de Cthulhu, teníamos 11 símbolos arcanos y nos faltaban dos más. Núria había cumplido con un arcano, Chechi venció su tarea y consiguió otro, entonces apareció una tarea con dos símbolos arcanos como premio. Era el turno de David, si lo conseguía, vencíamos. Lanzó los dados y empezó a combinarlos hasta que en su última tirada Cthulhu sufrió ¡una derrota agónica! Habíamos vencido y la Tierra podría dormir de nuevo.
Ahora solo queda esperar a la próxima invitación. ¿Quien se atreverá? ¿Quien desempolvará esa caja de la estantería? ¿Quien nos llevará a la puertas del museo? Sea cuando sea, estaremos preparados para afrontar el mal.
Después de las dos misiones al Símbolo Arcano, Chechi decidió jugar a un Cthulhu Crussades y entonces se desató el infierno. La historia es que habíamos perdido ya demasiada cordura y en un lance del juego a Chechi y a mi nos poseyó algún ser maligno. Puede que no hubiéramos estado atentos y que algo nos afectara dentro del museo. El tema es que discutimos de forma acalorada por una norma sencilla que no compartíamos.
Chechi estaba totalmente enajenado, con los ojos encendidos, vociferando exabruptos en forma de discusión. Fue Núria la que nos liberó con el reglamento en la mano y ante la mirada atónita de David que en algún momento estuvo a punto de lanzarnos agua bendita. Después de liberarnos de mal, seguimos sacrificando vírgenes, destruyendo murallas y invocando primigenios. Al final, la partida se la llevo Chechi que empató en valor de cultistas conmigo pero me supero en número. Una gran noche más, puede que un poco loca pero eso es lo que tiene enfrentarte a los primigenios y salir airoso.