- ¿A dónde?
- ¡A la Maratón de películas de terror y ciencia ficción de las Cotxeres de Sants!
LA ABUELITA DEL CARTEL |
¡Madre mía! ¡Qué experiencia! Para mi ha sido el segundo año y he de decir que es el evento más gamberro al que me he enfrentado jamás. No se puede explicar con palabras se ha de vivir. La primera vez te sorprende todo menos las películas porque amigos cuando repites no es por la cartelera que te ofrece el evento sinó por el público que asiste. Un público sin pelos en la lengua que comenta en voz alta cada fotograma, cada escena, cada secuencia y cada aparición estelar. Algunos comentarios son jocosos, otros desafortunados, otros ocurrentes, otros brillantes, otros vulgares…pero el espíritu del festival es el que es y ya sabes a lo que vas.
Esta vez me acompañaron Angel y Chechi que se desvirgaron a lo bestia con Los Vengadores: La era de Ultrón y los comentarios sexuales sobre la Viuda Negra. Verlos reír me hizo feliz, creo que van a repetir seguro porque esa es la fuerza del festival. Hay que vivir el cine desde los espectadores, la película es el vehículo que te acompaña y los comentarios la banda sonora. Hay que editar las películas con la versión Cotxeres de Sants.
No apto para gente sensible o amantes de visionados tranquilos, la maratón es una locura, una delícia, un espectáculo sin precedentes, ¡el Circ du Soleil de las maratones!
A los Vengadores: La era de Ultrón siguieron Mad Max, Shocker, Zombis Nazis 2 y Anabelle. Yo empecé a las 19h y acabé a las 5,30 de la mañana. ¡Siempre con ganas de más! ¡El año que viene no me lo pierdo seguro!
¡SHOCKER! |
Pero lo más inquietante y terrorífico del festival fue una situación que me acongojó. Aún no la he comentado con el protagonista pero fue algo escalofriante. Me explico, durante el visionado de una de las películas, un graciosillo, un pobre diablo, decidió que fumar dentro de la sala era buena idea. Ante esta situación Sergi reaccionó fijando su mirada en el susodicho. Yo vi como lo hacia a una distancia corta, lo suficientemente corta para saber que aquel ser al que llamo amigo esconde un secreto terrible. Miré esa mirada y tuve que convencerme de que era la mirada de un humano, de un hombre. Sus ojos…he estudiado el ojo humano y no lo reconozco en él. Existen seis movimientos oculares que revelan motivaciones, y luego 15 variaciones de cada uno de ellos. Normalmente la mirada de cualquiera en una situación similar hace que las pupilas se contraigan o se dilaten desnudando sus emociones. Felicidad, risa, afecto, las pupilas crecen. Miedo, ira, odio, las pupilas menguan.
¡LOS GAMBERROTES! |
Pero las suyas no. Sus pupilas permanecían igual, pequeños puntos de negrura, los ojos de alguien que lo odia todo, que odia a ese bastardo fumador. Sus ojos, los ojos de Chechi, no permiten el paso de la luz, ven a través de la oscuridad, se clavan en el bastardo, como un puñal negro fijo en el espacio. Una bala que se acerca. Ojos que dicen que es algo más que un hombre, ojos que dicen que sabe quién eres y donde vives, ojos que dicen eres hombre muerto. Eso da que pensar.
¡LA MIRADA DE CHECHI! |
Mientras lo miraba desde mi asiento tenía que convencerme de que era humano. Que estaba hecho de carne y huesos que se rompen. Que necesita respirar, dormir, comer. Decidí mirarle a los ojos, a esos malditos ojos hasta que parpadease. Hasta que sus pupilas de dilataran. Entonces de forma repentina lo vi. Fue un leve destello, pero ahí estaba, era su humanidad. Entonces me dije a mi mismo "¿Ves? Al final debajo de todo ese personaje, él es lo que yo creía que era. Mi amigo Chechi".
El pobre tipo no vio nada, acabó su cigarrillo sin saber que su vida pendía de un hilo. Sin saber que su alma había sido partida por una mirada penetrante, la mirada de nuestro Chechi. El tipo salvó su vida y yo conocí la mirada, la mirada de la bestia, la mirada más escalofriante del festival, una mirada digna del próximo cartel de la Maratón. Al final solo pude pensar en una cosa, si en vez de Chechi hubiera estado Nando, ¿Qué hubiera pasado? Todos sabemos la respuesta.
Por cierto, mientras pasaba todo esto Ángel se partía la caja sin parar y sin saber que a su alrededor el mundo se acababa. ¡Bendito tipo!