martes, 25 de marzo de 2014

¡HULKRRAKECH!

Una semana sin quedar y el mono era incontrolable. Las horas transcurrían lentamente, el polvo se acumulaba en las alacenas y el chirriar de la madera, en el silencio de la noche, indicaba que algo estaba a punto de pasar (lo del silencio de la noche lo he comentado por su tono poético pero la verdad es que Núria estaba roncando en el sofá). 
Mientras yo caía presa de un sueño temprano mi espíritu lúdico empezó a tirar de mi. Entiendo que ese ente que habita en mi interior necesitaba coger algún dado o desplegar algún tablero. Me levanté poseído y caminé lentamente hacía la biblioteca (así bautizamos a esa habitación donde se acumula todo el vicio que hay en casa). Estaba consciente, aunque no controlaba mi cuerpo que de forma sinuosa se colocó frente a una de nuestras estanterías lúdicas. ¡Estaba poseido! Yo observaba los diferentes juegos y pensaba en cual escogería mi anfitrión. De pronto vi como mi brazo se estiraba y se dirigía a una caja concreta, ¡LA VILLA! 
Éste era el último juego al que habíamos jugado, una recuperación que nos dejó buen sabor de boca. Ya habíamos hecho lo propio con FRESCO, así que pensé que no era una mala elección y que darle una partida dos semanas seguidas sería la repera. Entonces, mientras pensaba en ello, volví a controlar mi cuerpo y me encontré con el juego en la mano y de pie en la habitación. Entonces una voz retumbó en mi cabeza, una voz que decía:

- ¡ No la cagues! ¡Esta vez, no la cagues! ¡Debes viajar para vencer y ¡controlar las muertes de tus familiares!

El mensaje se repitió en mi cabeza como un eco desapareciendo poco a poco. El mensaje estaba claro, pero ¿sabría llevarlo a la práctica?

Sergi llegó y Núria salió de su aletargado estado de inconsciencia. El juego ya estaba preparado y empezamos a jugar.
¿Ya debían saber que ganaban?

La partida fue un verdadero combate, cada uno con su estrategia y su forma de jugar. Las cartas estaban encima de la mesa y por el silencio reinante ( que indicaba el respeto mutuo que nos profesábamos), aquello parecía más una partida de ajedrez que un divertido juego de mesa.


Mientras jugaba sólo pensé en dos cosas: viajar y controlar mis muertes. Viajé a todas las poblaciones y eso me reportó una buena cantidad de puntos y mis familiares tardaron en fallecer. Pero no sabía si aquello había sido suficiente. Acabamos una partida supercompetida y en el recuento de puntos me di cuenta de mi error, ¡había malinterpretado uno de los mensajes de mi alma lúdica! Controlar las muertes quería decir que debía matar a mis familiares para que pertenecieran a las Crónicas de la Villa, yo, en cambio había llenado el cementerio del pueblo con cadáveres que nadie recordaría jamás. ¿Me costaría aquel error la partida? La respuesta fue un SÍ rotundo.

¡Muchas bajas que no puntúan!

El track de puntuación demostró que los tres jugamos una gran partida, Sergi quedó primero, a un punto Núria y a tres puntos yo. ¡Qué partida! ¡Casi fundimos el track!

¡Marcador ajustado!

Cada vez disfrutamos más de estos juegos que proponen estrategia y diversión a partes iguales y donde el azar tiene que ver pero en realidad todo depende de ti. Sergi salió reforzado de una gran noche y Núria sigue con esa regularidad aplastante. Yo me conformo con seguir en esta liga cada vez más competida.

La segunda opción de la noche tenía que ver con la fusión (no confundir con la técnica depurada de Goku y compañia). Estrenamos MARRAKECH pero lo tubimos que fusionar. Compré el juego muy bien de precio pero cuando lo abrí, Assan, el vendedor de alfombras había desaparecido y en su lugar había un dado extra.



¿Qué hacer? Cualquier hijo de vecino hubiera reclamado a la tienda pero yo no. ¡Qué no está Assan! Pues nada, lo sustituimos por una miniatura de Hulk de Heroclix. ¡Toma fusión! Ahora el juego se llama ¡¡¡HULKRRAKECH!!!.

¡Hulk y las alfombras!


Después de años y años de persecución, el Dr. Robert Bruce Banner se retira a Marruecos para empezar una nueva vida. Decide vender alfombras (un negocio prospero) y monta una paradita en el zoco. Pero Bruce no estaba preparado para el regateo y los nervios lo transformaron en ¡El increible Hulk! Ahora Hulk es el encargado de vender las alfombras. La pinta del juego es terrible, ¡pero a grandes necesidades grandes soluciones!



El juego es muy entretenido y la verdad es que aprender a jugar es muy fácil. Orientar a Hulk, lanzar el dado, mover a Hulk y colocar alfombras. El tablero se llena de alfombras (atento a las reglas de colocación). Si cuando te mueves caes en una alfombra de otro color debes pagar tantas monedas como mitades de alfombra estén conectadas. El juego se acaba cuando se coloca la última alfombra. En el recuento final se suman las monedas y las mitades de alfombra visible de tu color, el que sume más gana.
¡Como le gusto jugar con Hulk!

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