domingo, 20 de septiembre de 2020

"SIENTO QUE TE CONOZCO DE ANTES"

Llegó y atravesó la puerta con el juego en la mano, Tales of Evil: El misterio de la Titiritera . Lo acercó a la luz jactándose de que brillaba en la oscuridad y buscando la florescencia, como si fuera un árbol de Pandora, lo paseó en hombros por todo el piso. La portada liducidaba ochenterismo por los cuatro costados y había en la ilustración esos niños en bicicleta ya tan característicos de la época y que los más pequeños reconocen gracias a Stranger Things o Pixels pero que los más abueletes ya habíamos vivido con E.T o los Gonnies. 


Cenamos mientras el juego descansaba en el sofá. Su contenido era toda una incognita y ese secretismo creaba la necesidad acuciante de revelar el tesoro que allí descansaba. Como buen anfitrion me armé de paciencia y esperé a hasta el momento de la ceremonia.  Todo empezó con la inevitable perorata del amo del juego que con una amable monserga recitó las características y virtudes del Kickstarter, mientras, de la caja, iban asomando tímidamente los componentes.



Todo parecía en su sitio, cartas, losetas, tokens, miniaturas de plástico, unas instrucciones bien diseñadas y sobretodo la ambientación de todo lo que allí yacía. Pero la gran sorpresa fue el póster, esa ilustración fue la que eché de menos en la portada minimalista del juego. Puede que a nivel de diseño no entinenda los estándares del mundillo pero creo que la ilustración del póster era mucho más específica y agresiva a nivel comercial. Sí entiendo que el blanco diseño del T.I.M.E Stories sea apropiado y vaya dirigiso a un público adulto. Desde aquí pido el voto para una portada agresiva con la ilustración del póster.


Como en todo juego narrativo en el que hay miniaturas y estas han de hacer una serie de acciones, la mejor manera de aprenderlo es jugando. Y así lo hicimos. Parramón, el amo del juego (¿Os daís cuenta que últimamente sólo jugamos a juegos de Parramón?), se prestó a llevar a cabo la partida turorial. El tipo, como no, se había leído por encima el reglamento y nos obligó (invitó) a llevar a cabo una tediosa aventura introductoria para aprender los recobecos tácticos y el sistema de juego. Vamos, las típicas normas sobre como moverse, atacar, defenderse, tomar decisiones... Una aventura introductoria demasiado larga que podría haberse llevado a cabo con ejemplos, en mucho menos tiempo. Nada que reprochar a Parramón, esto último es culpa del planteamiento del juego que funciona, perfectamente, para no jugones pero que a nosotros nos resulto largo. 

                                 

                       

Llegó el final de la introducción y Parramón eufórico y exultante ofreció empezar la misión 1 del juego. Yo que iba cargadito de vermut estube a punto de enviarle a tomar viento pero claro no es lo mío herir los sentimientos de nadie y menos cuando está su pareja delante. Mantuve mi modo educación activado y decidí, a riesgo de hundirme en un fracaso total, jugar la primera misión ya, casi, a las doce de la noche. Nos atámos la venda  a los ojos y nos dejamos llevar por la narración y con una actitud positiva decidimos sumarnos a la locura de Tales of Evil.

¿Qué me gustó del juego? 

El juego es una propuesta narrativa más pero con aspectos que lo hacen muy accesible y con una buena producción. El sistema narrativo cabalga a base de elecciones que se han de decidir en grupo o en solitario si eres el líder del grupo (llevas el Walkie talkie). Que aparece un evento, pues puede actuar solo el líder o todo el grupo. Que narrativamente llegamos a una encrucijada y tenemos varias opciones, pues elegimos entre todos (en caso de empate decide el líder). Las diferentes caminos abren una gran variedad de posibilidades que nos llevaran a resoluciones diferentes. Espero que esté lo suficientemente testeado para que no se haga repetitivo. 


Una de las novedades del juego es que nos permite interactuar con la realidad. El sistema se llama Fusion System y obliga al jugador activo a resolver una propuesta física que tiene que ver con la narración. Por ejemplo, en la cocina mi personaje se acercó a un caldero y unas manos lo cogieron del cuello y empezaron a ahogarlo. Se activó el Fusion System y tuve que encontrar un cucharón para poder defenderme. Si consigues el cucharón en menos de un minuto, la historia continua de una manera y si no lo consigues, de otra. 



Esta es una propuesta que no gustará a todos (creo que Chechi correría como alma que lleva el diablo) por eso deben cumplirse dos requisitos para poder jugar: 

1. Has de estar dispuesto a todo (mente abierta) o...

2. Has de ser un niño. Si eres un niño o niña, te encantará el juego, esa accesibilidad lo hace adecuado y además el planteamiento de la historia es suficientemente oscuro como para que los pequeños se sientan respetados por el diseñador.


La valoración que hicimos después de la aventura fue muy positiva, nos dejamos llevar y el juego nos sumergió en la história. No es un juego complejo pero lo compensa narrativamente y cualquier error que hagas se verá gratificantemente redirigido por la narración. Una segunda oportunidad siempre viene bien.

Como siempre Parramón nos ofreció las miniaturas pintadas y con eso se ganó a la mitad del fandom. Es innegable que la motivación que proponen los componenentes existe y que cada miniatura pintada proponia una historia y cada historia sumaba a la pesadilla que íbamos a vivir.

Yo que, en mis años mozos, fui avido lector de literatura juvenil de misterio, no puedo dejar de comparar al grupo de investigadores de este juego (adolescentes que veranean en casa del los abuelos y crean una agencia de investigación) con lo 3 investigadores de Alfred Hitchcok. 

A mi el juego me ha ganado por varias razones, me encantan la historias, me pueden todos los juegos que entusiasman a mi mujer (menos el Ticket to ride), soy un nostálgico y pasar una noche alrededor de la mesa, luchando contra plantas carnívoras, zombis, un pulpo biscoso y huyendo de un maníaco homocida, hasta las trancas de vermut, ¡es una auténtica delicia!


Mientras jugaba, no dejaba de observar a David, ahora ya hace casi seis meses que está con nosotros, pero desde el principio o antes (cuando habíamos coincidido en alguna fiesta) se me hacía inexplicablemente familiar. Sus gestos, su mirada, su manera de hablar (¡Qué pasa hijo! ¡Aquí hay mandanga!), incluso su manera de pensar. No sé si puedo definir una sensación más cercana a eso, es como encontrarte con alguien "familiarmente desconocido", alguien que aprecias y hace mucho que no ves.


Mucha gente habla de "vidas pasadas" o igual pudiese existir la posibilidad de que sí hayas conocido a  esa persona en una dimensión paralela. En realidad no estoy seguro de ello, sólo puedo estar agradecido por ser amigo de mi grupo de juego. No sé si los he conocido en otro universo pero, si es así, pase el tiempo que pase, seguro que volvemos a la mesa para volver a vivir y revivir aventuras como las que propone The tales of Evil.

Amiguetes, cuando alguien os diga: "Siento que te conozco de antes" responded: "Tal vez sí..."

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