martes, 25 de agosto de 2020

¡BRASS BIRMINGHAM Y EL TREPA!

Expectativa realidad. Muchas veces utilizamos esa expresión para comentar si un aspecto concreto nos ha defraudado o no. Hoy la voy a utilizar para hablar del BRASS BIRMINGHAM y he de avanzar que las espectativas han sido sobradamente superadas. ¡Este juego no decepciona lo más mínimo! He de decir que nunca jugué al original pero la leyenda  ya lo ponía en un altar al que pocos juegos tienen la suerte de llegar. 


Mi primer contacto con el juego no fue demasiado positivo. Hay que decir que nuestro amigo Parramón no vino con los deberes hechos y su explicación tenía algún que otro agujerillo (por menos habríamos colgado a Ángel). No vamos a culpar al pobre diablo que venía feliz y contento con su juego bajo el brazo. El amigo Parramón es el típico que dice "empezamos a jugar y ya iremos viendo". ¿Viendo qué? ¡Pedazo de...! Quien nos iba a decir que aquella tarde el tiempo se congelaría bajo el flujo interrumpido de los turnos y que el abordaje al reglamento buscando esto o aquello seria la acción más usada. Acabamos la partida con dudas, con inseguridad, con miedo y por eso decidimos darle otra oportunidad.


Esta vez habíamos reflexionado, habíamos consultado y ¡hasta Parramón se había leído el reglamento de juego! Con eso y todo nos vimos embarcados, una vez más, en un viaje lleno de dudas donde se podía vislumbrar el final de una agónica partida que acabo con mucho más conocimiento de causa. Habíamos pues, de rematar la faena y quedamos al día siguiente.


Con la seguridad de haber contribuido a la preparación iniciamos la tercera partida y... sí!!!!. Vaya partidaza, todo fluía, todo cuadraba, ¡todo era posible! Infinidad de opciones que debías pensar de forma milimétrica para poder hacer el corte quirúrgico donde más duele.


En Brass Birmingham todo encaja a la perfección y al final, encima, después de todo el sufrimiento, resulta que el juego es fácil de aprender. Pero no os fiéis, la estrategia es un plato que se sirve frío y en cada partida vas a sudar para poder optimizar tus ingresos y la adquisición de puntos.


No quiero ni pensar lo que seria jugar con alguien que lleva a sus espaldas unas 20 partidas. Seria el Messi del Brass, el dios absoluto. Suerte tenemos de que todos los involucrados en este juegazo partamos con el mismo nivel. Y además, en este juego la interacción es constante, cada fábrica que construyes puede alterar el continuo espacio tiempo y jorobar la estrategia más elaborada del adversario. Coger carbón, hierro, consumir cerveza, conectar un barrio con un canal o un ferrocarril... todo nos puede llevar a un destino desconocido e incierto. 


El aspecto gráfico es inmejorable, tablero de día, tablero de noche... detalles y más detalles que componen una sinfonía de la cual no vamos a cansarnos nunca. Adictivo hasta el tuétano, con una duración excesiva pero que vives con pasión, este Brass te deja siempre con ganas de más y pierdas o ganes ya estas creando o pensando una nueva estrategia para mejorar. Siempre se puede mejorar en el Brass, siempre puedes probar cosas nuevas, el juego te permite exhibir todo tu potencial y te invita a superarte. Una autentica delicia.

El juego hay que jugarlo a cuatro, seguro que escala a cualquier número, pero a cuatro es cuando adquiere su verdadero potencial. Hay también que diferenciar las dos eras, si piensas que la era de los canales tiene miga, prepárate para la era del ferrocarril, ¡la vas a flipar! Ya puedes sacar las uñas porque van a ir a por ti. Construye y hazlo bien porque tus adversarios estarán esperando tu fallo para saltar a la yugular.

¿Qué debemos evitar a la hora de jugar al Brass? Hay que evitar jugarlo con estúpidos, idiotas, majaderos, lelos y sobretodo con Ángel. Me remito a la imagen para que os hagáis una idea de lo que significa jugar con el amigo. 


Ángel seria el amigo Hunter, vamos un narcisista de pura cepa. El tipo es desconsiderado con los sentimientos de los demás y demuestra poca compasión a la hora de jugar. Lleva a rajatabla el yo, mí, me, conmigo y sólo se preocupa de cumplir sus deseos en el tablero. Él se puede equivocar y rectificar una acción fuera de turno pero como te equivoques tú, ¡te jodes! Vamos el típico trepa de manual, maestro de llevarse bien con todo el mundo para después construir en el momento preciso o aprovecharse de tus fábricas y hacer lo que le venga en gana. No os fiéis de la cara de lelo que tiene (no es forzada, el tipo tiene esa cara, ¡os lo juro!).  Intentad mirar fijamente a sus ojos. No podéis ¿verdad? ¡Pues imaginaos durante una partida de 3 horas!

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