miércoles, 4 de julio de 2012

¡BIENVENIDO A ESPORLES!


El avión se acercaba lentamente, estaba a punto de aterrizar. Una nueva vida le esperaba en aquella isla. La oferta de trabajo era, de entrada, una excusa para regresar. La verdad era que visitaba aquel lugar por primera vez, pero una serie de sueños recurrentes hacían que aquel lugar le fuera familiar. Su hermano no le podía ir a buscar pero al día siguiente se reencontrarían.



En seguida tomo un taxi y dio las indicaciones precisas. El taxista murmuro entre dientes y le aconsejo cualquier otra población. No comprendió el problema e insistió en llegar a su destino.



Por el camino pudo comprobar la gran superficie forestal que rodeaba la población. Los alzinares rodeaban el camino y vigilantes marcaban la ruta a seguir. Tierras llanas con naranjos y gran cantidad de fuentes que a principios de siglo daban agua a los molinos que con el tiempo convirtieron aquel lugar en un prospero pueblo industrial.

El taxista lo dejó a un kilómetro del pueblo, no quiso acercarse más y no dio ninguna razón al respecto. Des de allí, con lo puesto y su pequeña bolsa de viaje, comenzó a caminar. El sol ardía en un cielo que parecía casi negro por la cruel ausencia de nubes. El asfalto vaporizaba el aire bajo sus pies y cada paso le acercaba aún más a aquel lugar misterioso.

¿Por qué estando en una isla había escogido aquel lugar recóndito y alejado? Tan grande era la extensión de esta nueva tierra que no lograba percibir el más leve rumor de oleaje, por mucho que aguzaba el oído. Tampoco había aves marinas en aquel cielo desértico. Mientras caminaba lentamente empezó a encontrar en los márgenes criaturas muertas. Aquellas eran señales extrañas que en un principio no supo interpretar.

Después de un largo trecho llegó al pueblo. A simple vista era pequeño, sencillo y normal. Las calles estaban desiertas, no había ni un alma. Se adentró en las estrechas callejuelas  adoquinadas buscando vida, al menos la clase de vida a la que estaba acostumbrado. Llegó a una especie de plaza con una fuente central. En el centro de esta había la imagen de una extraña criatura tapada con una capa real. Pudiera ser algún ser mitológico propio del folclore de la zona o una especie de monumento que rendía homenaje o culto a un ser pagano.

Ante él apareció una tienda abierta. Entró y saludo convenientemente al encargado. Le pareció un hombre cordial y amable. Este le explico que no vivía en la población y que solo abría una vez a la semana. A nuestro amigo le pareció curioso pero quien era él para entrometerse en la vida y costumbres  de aquel lugar. El hombre cerró el local con premura argumentando que pronto oscurecería y desapareció tan pronto como pudo.

Cuando nuestro amigo se giró pudo ver un corrillo de gente que hablaba en susurros sobre su persona o eso creyó intuir. Para ser verano aquellas gentes vestían demasiado abrigadas como escondiendo partes de su cuerpo. Él saludo con la mano y al hacerlo las gentes comenzaron a dispersarse. Fue entonces cuando contemplo con mirada errática  las formas que empezaron a danzar ante él.


Aquellas personas estaban muy lejos de ser o parecer humanas. Pretendían, en todo caso, ser hombre, mujeres, niños y ancianos. No se atrevió a acercarse y descubrir con detalle sus rostros y sus cuerpos. Solo una palabra le venia a la mente: grotesco.

Aterrado ante tal visión decidió buscar alojamiento. Al día siguiente buscaría a su hermano y decidiría qué hacer. La única posada del pueblo estaba regentada por una anciana poco comunicativa de aspecto igualmente extraño. Le dio la llave de la habitación y le informó que era el único huésped. Él preguntó si tenía algún mensaje y la anciana con un gesto de negación le respondió.

La noche cayó y no se atrevió a salir a cenar. Pasaría con algunas chocolatinas que guardaba del viaje. Aquella noche la luna estaba en cuarto menguante y el cielo libre de nubes iluminaba la plaza que podía ver des de su habitación. Se tumbo en la cama decidido a dormir toda la noche pero antes hecho el pestillo de la puerta intentando protegerse mentalmente del exterior.


Un grito le despierta. Cree haber oído su nombre. Se incorpora y ve el brillo del fuego en el exterior. Asoma la cabeza por la ventana y ve a esos seres grotescos con antorchas en las manos alrededor de la figura pagana que hay en la fuente. Los seres emiten un murmullo un susurro ensordecedor que penetra en su cabeza de forma brutal formando una realidad que solo creía real  en algunas novelas.


Vuelve a escuchar su nombre. Como un quejido, como una advertencia, un aviso. La voz le es familiar. Sabe de donde proviene pero no se atreve ha hacer nada. Esta paralizado por el miedo. Cuantas veces aquella voz le había llamado en casa, para comer, cenar o simplemente compartir un rato.

La gente alborotada se acerca a la figura. Algunos, los más jóvenes se encaraman a la fuente y bajo el ensordecedor cántico tiran de la capa. Él sabe que la figura les es familiar.

Su hermano o lo que queda de él gira levemente la cabeza y lo mira. Mira la ventana donde antaño estuvo él. La noche clara deja al descubierto sus ojos, su silueta a través de los espacios abiertos de la ventana de madera. Quiere hacer algo. Coge el móvil pero no hay cobertura. Se arrodilla y maldice. Cierra los puños y piensa en sus amigos, su familia.

Se pone de pie. Se encamina a la ventana. El murmullo sigue. Su hermano ya no está. Los engendros miran hacia la ventana y señalan con las antorchas. Su hermano está frente a ellos. Ahora es uno más. Su cuerpo lo demuestra. Alza los brazos hacía él en señal de bienvenida y entonces lo sabe. A partir de ahora tendrá una nueva familia.


Todos salen corriendo en dirección a la posada. Los oye subir por la escalera. Los oye acercarse por el pasillo. Se acerca el fin. Oye ruido en la puerta, como si forcejearan con una fuerza inusual. La puerta cede y puede ver una mano horrible. La única salida es la ventana. ¡La ventana! ¡La ventana!

Antes de precipitarse al vacío ve la caja sobre la cama. Es un regalo de ellos. Seguro que no se rendirían. Pero aquello no era un juego. La puerta cede y él impulsa todo su cuerpo a través de la ventana. Después, ,oscuridad.

Despierta tiempo después. Su familia está a su lado. Cuando atisba a ver sus manos pálidas y grotescas comprende que ha de colaborar. Ya no pertenece al mundo tal cual lo conocía.  Ahora ya no estará solo nunca más. A sus amigos de Cataluña les encantará. Seguro que algún día vendrán de visita. Le dejan comunicarse. Dicen que la familia ha de crecer que cuantos más mejor. Eso piensa él, cuantos más mejor, pero en el fondo, en lo más profundo de su subconsciente espera y desea que alguno de sus antiguos amigos sepan descifrar el mensaje.

Esta historia está basada en el increíble universo de H.P. Lovecraft. Con todos mis humildes respetos la historia "Regreso a Ishmouth", una de mis favoritas, a servido como inspiración a este relato.
Os dejo aquí un par de vídeos interesantes sobre el universo de Lovecraft.
Espero que Nando pueda huir de ese pueblo maldito o seguir enviándonos señales como, ¡la de esa cabra muerta!

3 comentarios:

  1. Nada mas lejos de la realidad! el pueblo tiene movimiento de gente arriba y abajo, no voy a entrar en detalles de como es la gente de aquí, pero si que os iré enviando señales para ver si os convenzo de que vengáis de visita!
    Eso sí os recomiendo pagar sólo el viaje de ida!

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  2. Tranquilo yo soy el único que he entendido lo de las fotos de animales muertos. Pronto te sacaré de ahí, aguanta Nando!

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  3. Gracias tío, que iba a ser de mi sin tu comprensión.

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