Un juego es un sistema recreativo sometido a reglas donde hay una condición de victoria. Las reglas son las directrices por las que el juego debe ser jugado. La labor del diseñador es crear ideas; y añadir, eliminar o modificar reglas que definan el juego. El buen diseñador buscará que los objetivos estén claros y el jugador se sienta motivado para alcanzarlo mediante reglas que le permitan tomar decisiones trascendentes.
El problema aparece cuando no es el diseñador quien te explica el juego sino un aficionadillo de tres al cuarto. Te va a ocurrir en más de una ocasión. A veces alguien (normalmente Ángel) explica mal un juego o parte de él. No hay claridad en una regla concreta y hay que tirar de manual. No pasa nada, se tira y punto. El problema radica cuando alguien pregunta una regla y se le responde hasta tres veces sin mirar siquiera el manual. ¡Se puede tener la cara más dura!
Ante esta situación la afectada de la que no diremos el nombre para no hacer más sangre, se vio perjudicada y su estrategia quedó a medias, sin poder esgrimir todo su potencial. Para ponerle un nombre ya partir de ahora la llamaremos LMD (La madre de Dragones), ¿porqué este apodo y no otro? La verdad es que habíamos barajado también la Reina Alien, pero este me ha parecido más acertado.
La historia es que Ángel llegó a casa con el Rey de la Montaña bajo el brazo, esta es otra, como el pequeñín tiene juego pues hay que jugar. Chechi y yo pensando en nuestras campañas del ESDLA o de Arkham Horror y el tipo a su bola. Bueno, despliega y empieza la explicación. Explicó el juego por encima, estructurado, pero por encima. No puso un puto ejemplo, todo debía salir de nuestra imaginación. Lo que me jode de verdad es que su explicación fuera tan parca que no pudimos ni escoger correctamente las cartas, todo al tun-tun. Pero bueno te vas haciendo a la idea y piensas que solucionaras cosas durante la partida.
El juego no estaba mal, un puzzle sobre tablero con una serie de condicionantes que incluyen el espacio y el material. Una carrera por optimizar la construcción de túneles con poco puteo pero entretenido. Tema pegado pero con protagonistas interesantes, los Trols. A mi las ilustraciones me gustaron, pero las mecánicas no me sorprendieron. Sí me gustó la gestión piramidal de los materiales que es esencial para ganar.
Cuando se produjo el desenlace del final de la partida, LMD preguntó cuantos turnos le quedaban. El colega le dijo que dos o tres, yo que sé. LMD empezó a elaborar su estrategia ganadora, cuando le dice el amigo Ángel que ya no le quedan más turnos. ¡Cómo osas! Fue en ese momento que se desató uno de los momentos lúdicos más terroríficos de nuestra vida.
Esa noche pasará a ser nuestra noche más aciaga. La noche del viernes 11 de febrero pasará a la historia del terror más incómodo. LMD se transformó en un demonio humano, con el pelo encrespado, los dedos acusadores mientras amenazaba a Ángel. Su saliva saltaba de sus labios mientras Ángel se encogía bajo los improperios que no acababa de entender. Sus ojos encendidos como brasas, inyectados en sangre con un único objetivo, Ángel. Si piedad, LMD se alzó alargando el cuello por encima de las mirada de los allí presentes y su sombra se alargó cubriendo todo el techo y parte de la estancia. La manos de los allí presentes temblaron y dejaron caer el material que sustentaban en un alarde de intentar jugar. Todas las miradas fijas en en aquella situación donde agresora y víctima se llevaban todo el protagonismo.
Ángel redujo su tamaño a mínimos históricos mientras la titán lo amenazaba con uñas y dientes. Las lágrimas en los ojos del pobre tipo lo empequeñecían y su sonrisa estaba rota ante una situación que no comprendía. Pero ¿esto es un juego no? Ángel no entendía que el dominio de LMD se veía amenazado por el error casi infantil que había cometido. No entendía que la victoria le había sido arrebatada por culpa de una inexactitud en la narración.
Parra se preparó para lo peor. Todos pensaréis que estaba preparando sus manos para actuar, nada más lejos de la realidad. Parra se preparó para salir corriendo sin pedir ayuda, ¡menudo es Parrita! Chechi se jactaba en silencio mientras veía al matagamusinos a punto de sucumbir. Su media sonrisa delataba satisfacción, esa satisfacción de " ¡ya te está bien empleado!".
La Madre de Dragones lo miró con desdén y se fue a dormir dejando al pobre chaval llorando sobre el tablero. ¿Un juego de Ángel defenestado? ¿Otra compra fallida?
Me atrevo a decir, no me llaméis pitoniso, que no va a ser la última jugada de nuestro último miembro. Un chaval lleno de ilusión que se presenta en casa con planes dudosos ante la mirada del amado líder. Hay que ser pardillo para cagarla con los veteranos, yo a Ángel se lo perdono casi todo pero la Madre de Dragones marca en el marco de la puerta, con la uñas, una muesca que acompaña a otras dos. Me mira iracunda y comenta:
- ¡Ni una más! ¡No le paso ni una más!
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