sábado, 16 de enero de 2021

¡NOS VEMOS EN LA CIUDAD DE GLOOMHAVEN!

Durante unos seis meses y medio (que no se diga que siempre digo seis meses) he convivido con un íntimo amigo llamado David Parramón (el Parra). A estas alturas creía saber mucho de él, o casi todo.  El fulano es un tipo peculiar, emotivo, alegre, amable y sincero. Nunca hubiera dicho que era del tipo peligroso.


Poneos en mi lugar. Durante horas, meses, he ido conociendo al personaje. Un tipo tranquilo, un sujeto de cuarenta y tantos años simpático, elegante a su manera, de sonrisa devastadora, de ésos que cuando se sientan a jugar en la mesa, las mujeres más hermosas e inteligentes que allí se encuentran, siempre le dedican cierta atención. No es que sólo se siente él y no haya más personas del género masculino. Todo lo contrario, también se sienta a la mesa Don Ángel, sin embargo, este es un personaje bala perdida, un hombre sin escrúpulos, golfo, cínico, mujeriego, amoral, lerdo, inocente, presuntuoso con una pizca de inocencia que yo empiezo a confundir con incompetencia. Las mujeres prefieren ese olor que desprende barbeta y que hipnotiza al mismo tiempo que incomoda. Lo digo por experiencia, es sentarse a su lado y la emanación de fragancias se dispara, el resultado, como no, tiene que ver con la catarsis y el Nirvana al cual llegas a través de los sentidos.

La verdad es que  los tiempos que corren no son propicios para la historia que os voy a contar. Hoy en día todo se basa en las pantallas de ordenador, teléfonos móviles, consolas y toda esa maldita basura tecnológica. ¿Qué queréis que os diga? Soy un clásico y pienso que la buena narrativa aún se encuentra en un buen libro o una buena película. Es por eso que David, nuestro protagonista, se transformó en un buen personaje, con una buena historia, al entrar en la ciudad de GLOOMHAVEN.

Al poner un pie en las calles de la ciudad, David se transformó en un Manitas quatryl. El personaje, de pequeño tamaño, es un experto en ingeniería y maquinaria. Creador de los más intrincados artefactos que aumentan sus capacidades y le ayudan en toda clase de situación. Un compañero amable y agradecido que todo el mundo debería tener en su equipo.


No voy a hacer spoilers de lo que aconteció pero he de decir que nuestro amigo montó su mazo y lo dominó, a la perfección, durante toda a partida. Su ayuda fue inestimable así cómo sus cachibaches y sus conjuros. No se amedrentó ante esqueletos vivientes, esquivó las flechas de las arqueras, destrozó cultistas, venció a demonios y ayudó a sus compañeros en cada fase sufrida y en cada turno agónico. Combinó los descansos con maestría y supo aceptar la suerte de su mazo de modificadores.

El intrincado mazo personal del que debía escoger dos acciones, cada vez, se adaptó a su manera de jugar y el personaje del Manitas se convirtió en su segunda piel, un lugar al que escapar para vivir las aventuras más trepidantes. 

Después de esa partida tutorial con sabor a campaña, vimos todo el potencial del juego. El espiritu, el alma de este nuevo universo es la gestión de la mano. Los dados no existen en Gloomhaven y por eso la suerte, tu destino dependen de cada una de tus decisiones. Los monstruos, los enemigos, esperan agazapados detrás de cualquier puerta con su iniciativa oculta y esa condición genera nerviós y ansiedad por ser el primero en dar el tajo, el primero en cercenar o socabar la moral del enemigo.

David quedó seducido por el juego y está obligado a acompañarme hasta el final (o eso espero). Algunos jugamos para ser felices como cuando éramos niños, volver a visitar Gloomhaven y reescribir su historia me haría feliz. Más feliz aún, si en esas experiencias, en ese progreso, estubiera, además, Chechi, mi compañero de armas desde hace más de 10 años. Él es necesario en cualquier situación, un táctico, un analítico, un estratega... un amigo.

No es lo mismo empezar un juego que terminarlo, pero hay un punto medio, un lugar, una encrucijada donde volveremos a coincidir todos. Os quiero a todos aquí, en la mesa, ofrezco mi mano y pongo a vuestra disposición mi vida lúdica. ¡Nos vemos en la ciudad de GLOOMHAVEN!

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