domingo, 31 de enero de 2021

GLOOMHAVEN 1: EL TÚMULO NEGRO

Todo el mundo necesita comer.

Estamos aquí, en el borde del mundo, ese simple hecho nunca va a cambiar. Un mercenario no puede luchar con el estómago vacío. ¡Y menos Trambólico!

Estábamos en la mesa, con la jarra del mejor vino que podáis imaginar, cuando Jekserah, una mujer de Valrath con un manto rojo y joyas de oro suficientes para mantenerte alimentado durante una década, se nos acerca, en el León Durmiente (nuestra taberna favorita) y nos ofrece diez monedas de oro para localizar a un ladrón y recuperar algunos bienes robados ... Bueno, parece una excusa tan buena como cualquiera para ponerse sobrio y comenzar a pagar tu cuenta. 

"Este ladrón ha robado algunos documentos importantes", dice la comerciante de piel roja, agitando la cola con agitación. "No me importa lo que le hagáis a él. Solo traed lo que es mío ".

Basándonos en la descripción de Jekserah, fue bastante fácil golpear a algunos matones callejeros y obtener una ubicación de la guarida de los ladrones. No te ganas la vida como mercenario en Gloomhaven sin saber cómo romper algunos cráneos.

Nuestro objetivo era el Túmulo Negro, un lugar encantador, al que nos dirigimos sin más dilaciones. ¡10 monedas eran 10 monedas! De hecho los mercenarios siempre tenemos algún que otro gasto, ya sabéis: pociones de vida, de resistencia, armas...

Por el camino nos encontramos a uno de los nuestros, un mercenario con armadura y una espada bastante grande. Nos ofreció comprarnos una poción de resistencia. Como ya os he comentado antes, las monedas siempre vienen bien, así que cerramos el trato por 10 monedas de oro y seguimos nuestro camino. Aún así, no sé que hubiera pasado si nos hubiéramos negado.

La colina era bastante fácil de encontrar, un breve trayecto después de pasar por la Puerta del Mercado Nuevo y alcanzamos a verla sobresaliendo en la linde del Bosque Cadavérico, como una rata que asoma bajo una alfombra. Cuando nos acercamos vimos un montículo formado por tierra negra. La pequeña entrada, cubierta de vegetación, nos permitió ver un desgastado conjunto de escaleras de piedra que se proyectan hacia la oscuridad.

Al descender, agradecimos la luz emanando desde abajo. Desafortunadamente, la luz estaba acompañada por el inconfundible hedor de la muerte. Mientras descendíamos los últimos escalones nos preguntamos qué tipo de ladrones harían su campamento en este lugar horrible. Y encontramos la respuesta - un grupo de asesinos que no parecían haber tomado muy amablemente nuestra repentina aparición.

En la parte posterior, uno de ellos coincidía con la descripción de nuestra presa.
"Ocúpense de estos desafortunados" dijo, retrocediendo fuera de la habitación. Vagamente, pudimos distinguir su silueta retrocediendo a través del pasillo y luego atravesando una puerta a la izquierda. Después la puerta se cerró ante nosotros y nos quedamos con aquel atajo de cretinos que estaban a punto de morir.

"Bueno, no todos los días recibimos gente lo suficientemente estúpida que nos venga a entregar en mano sus objetos de valor", sonrió uno de los bandidos más grandes, mientras desenvainaba una hoja oxidada. “Ahora os mataremos.” 

Se llevarán una sorpresa. Si tuviéramos algún objeto de valor, probablemente no estaríamos aquí abajo.

A PARTIR DE AQUÍ HAY SPOILERS DE LOS QUE ACONTECE EN LA PRIMERA MISIÓN DE GLOOMHAVEN EL TÚMULO NEGRO.

Como explicarlo... Conocí a Splinter, hace ya tiempo, era una ladronzuela gatuna que controlaba mentalmente a sus víctimas y les obligaba a darles su dinero. Aquella habilidad estaba totalmente desperdiciada así que le comente, inocentemente, como podíamos participar de trabajos más lucrativos aunque mucho más arriesgados y peligrosos.

A Trambólico lo conocí en una partida de dados, el tipo no dejaba de ganar y sus compañeros de juego decidieron que aquello ya no era suerte. La batalla fue de lo más interesante y pensé que un Manitas Quatryl nos vendría muy bien en el equipo. Bueno, he de confesar que cuando invocó a su robot y decantó la victoria a sus favor, acabó por convencerme.

Mi nombre es Surströming Smell y soy un Salvaje Inox. Viajo por el mundo como mercenario y mi vida consiste en vivir aventuras y ganar monedas para financiar nuevas aventuras y así hasta que me canse o envejezca, lo suficiente, para no poder sostener mi propia espada. Y quiero hacerlo en la mejor de las compañías, mi equipo, mi familia. 

Bueno, pues allí estábamos, delante de los bandidos más inocentes de la historia. Nuestro ataque fue fulminante, comentándolo con mis compañeros fuera de cámara, puede que hasta un poco exagerado. Atacamos con todo,  Trambólico sacó el robot y yo pensé ¡Madre mía!. Los aniquilamos en un santiamén pero no sabíamos donde nos metíamos.

Acabamos con los bandidos de la primera sala y al abrir la puerta de la segunda quedé totalmente expuesto al ataque de un bandido élite y varias barqueras entre las que había, como no, una que era élite. Salvé la vida de milagro gracias a que Surströming Smell tiene 10 de vidas y a una poción que había adquirido en la ciudad de Gloomhaven. 

¡Nos pillaron por sorpresa un vez y no más! Trambólico y Splinter, que ya habían descansado, con todo su mazo a punto, escogieron una estrategia segura. Nos resguardamos en la primera sala, a cubierto, y las invocaciones de robot y ratas dieron la cara. Las arqueras con una carta que les permitía crear trampas, bloquearon la puerta y nos tuvieron en vilo hasta que nos hicimos con la iniciativa. Entonces entramos de uno en uno con nuestro mejor ataque. Desarmamos al enemigo, lo aturdimos y les hicimos morder el polvo. La ayuda de Trámbolico con las trampas fue decisiva, ya que podía eliminarlas para despejar el acceso y el control mental de Splinter nos ayudó a dejar a nuestras enemigas con una vida muy limitada.

Ya en la segunda sala y con todos los enemigos muertos, nos acercamos, con recelo, a la puerta situada a la izquierda, pero esta vez con una estrategia elaborada. Al patear la puerta, nos encontramos cara a cara con la razón por la que estos bandidos eligieron este agujero en particular para anidar: Huesos vivientes,  abominaciones impías producto del poder necromántico que además estaban resguardados por arqueras estigias a las que ya nos habíamos medido. No nos quedaba más remedio que ponerlos a descansar junto con el resto de aquella problemática chusma.

No hubo piedad. Ver un esqueleto, un muerto viviente, no deja de ser escalofriante. Cuando se acercaron a nosotros, nos quedamos helados. Generaban admiración al mismo tiempo que temor. Era necesario darles descanso, necesitaban el desasosiego que les daría dormir para toda la eternidad. Miré a Splinter y Trambólico y quedó clarísimo que ellos se encargarían de las huestes huesudas. Surströming Smell tenía una cuenta pendiente con la arquera. Todo pasó bastante rápido, entre el entrechocar de las espadas, la caíada de sillas, los gritos espeluznantes, sangre en las paredes y huesos por doquier. 

Con el último de los bandidos muerto, nos tomamos un momento para recuperar el aliento y protegernos de la visión de restos humanos no muertos tratando, aún, de arrancarnos la carne. Nuestro objetivo no estaba entre los muertos y nos estremecimos al pensar en los horrores que te esperaban tras lo que parecía una entrada que descendía.  Nuestro objetivo estaba en las catacumbas.

Trambólico nos alertó sobre un cofre que había en una de las paredes. Se acercó y con cuidado lo abrió. Todo parecía despejado. Metíó la mano y sacó lo que parecía un mapa. Nos tomamos un segundo para poder observarlo. ¡Era un mapa de la Laguna Submarina! Sabíamos que allí nos aguardaba una futura aventura, pero debíamos continuar nuestra misión.


sábado, 16 de enero de 2021

¡NOS VEMOS EN LA CIUDAD DE GLOOMHAVEN!

Durante unos seis meses y medio (que no se diga que siempre digo seis meses) he convivido con un íntimo amigo llamado David Parramón (el Parra). A estas alturas creía saber mucho de él, o casi todo.  El fulano es un tipo peculiar, emotivo, alegre, amable y sincero. Nunca hubiera dicho que era del tipo peligroso.


Poneos en mi lugar. Durante horas, meses, he ido conociendo al personaje. Un tipo tranquilo, un sujeto de cuarenta y tantos años simpático, elegante a su manera, de sonrisa devastadora, de ésos que cuando se sientan a jugar en la mesa, las mujeres más hermosas e inteligentes que allí se encuentran, siempre le dedican cierta atención. No es que sólo se siente él y no haya más personas del género masculino. Todo lo contrario, también se sienta a la mesa Don Ángel, sin embargo, este es un personaje bala perdida, un hombre sin escrúpulos, golfo, cínico, mujeriego, amoral, lerdo, inocente, presuntuoso con una pizca de inocencia que yo empiezo a confundir con incompetencia. Las mujeres prefieren ese olor que desprende barbeta y que hipnotiza al mismo tiempo que incomoda. Lo digo por experiencia, es sentarse a su lado y la emanación de fragancias se dispara, el resultado, como no, tiene que ver con la catarsis y el Nirvana al cual llegas a través de los sentidos.

La verdad es que  los tiempos que corren no son propicios para la historia que os voy a contar. Hoy en día todo se basa en las pantallas de ordenador, teléfonos móviles, consolas y toda esa maldita basura tecnológica. ¿Qué queréis que os diga? Soy un clásico y pienso que la buena narrativa aún se encuentra en un buen libro o una buena película. Es por eso que David, nuestro protagonista, se transformó en un buen personaje, con una buena historia, al entrar en la ciudad de GLOOMHAVEN.

Al poner un pie en las calles de la ciudad, David se transformó en un Manitas quatryl. El personaje, de pequeño tamaño, es un experto en ingeniería y maquinaria. Creador de los más intrincados artefactos que aumentan sus capacidades y le ayudan en toda clase de situación. Un compañero amable y agradecido que todo el mundo debería tener en su equipo.


No voy a hacer spoilers de lo que aconteció pero he de decir que nuestro amigo montó su mazo y lo dominó, a la perfección, durante toda a partida. Su ayuda fue inestimable así cómo sus cachibaches y sus conjuros. No se amedrentó ante esqueletos vivientes, esquivó las flechas de las arqueras, destrozó cultistas, venció a demonios y ayudó a sus compañeros en cada fase sufrida y en cada turno agónico. Combinó los descansos con maestría y supo aceptar la suerte de su mazo de modificadores.

El intrincado mazo personal del que debía escoger dos acciones, cada vez, se adaptó a su manera de jugar y el personaje del Manitas se convirtió en su segunda piel, un lugar al que escapar para vivir las aventuras más trepidantes. 

Después de esa partida tutorial con sabor a campaña, vimos todo el potencial del juego. El espiritu, el alma de este nuevo universo es la gestión de la mano. Los dados no existen en Gloomhaven y por eso la suerte, tu destino dependen de cada una de tus decisiones. Los monstruos, los enemigos, esperan agazapados detrás de cualquier puerta con su iniciativa oculta y esa condición genera nerviós y ansiedad por ser el primero en dar el tajo, el primero en cercenar o socabar la moral del enemigo.

David quedó seducido por el juego y está obligado a acompañarme hasta el final (o eso espero). Algunos jugamos para ser felices como cuando éramos niños, volver a visitar Gloomhaven y reescribir su historia me haría feliz. Más feliz aún, si en esas experiencias, en ese progreso, estubiera, además, Chechi, mi compañero de armas desde hace más de 10 años. Él es necesario en cualquier situación, un táctico, un analítico, un estratega... un amigo.

No es lo mismo empezar un juego que terminarlo, pero hay un punto medio, un lugar, una encrucijada donde volveremos a coincidir todos. Os quiero a todos aquí, en la mesa, ofrezco mi mano y pongo a vuestra disposición mi vida lúdica. ¡Nos vemos en la ciudad de GLOOMHAVEN!