Todo el mundo necesita comer.
Estamos aquí, en el borde del mundo, ese simple hecho nunca va a cambiar. Un mercenario no puede luchar con el estómago vacío. ¡Y menos Trambólico!
Estábamos en la mesa, con la jarra del mejor vino que podáis imaginar, cuando Jekserah, una mujer de Valrath con un manto rojo y joyas de oro suficientes para mantenerte alimentado durante una década, se nos acerca, en el León Durmiente (nuestra taberna favorita) y nos ofrece diez monedas de oro para localizar a un ladrón y recuperar algunos bienes robados ... Bueno, parece una excusa tan buena como cualquiera para ponerse sobrio y comenzar a pagar tu cuenta.
"Este ladrón ha robado algunos documentos importantes", dice la comerciante de piel roja, agitando la cola con agitación. "No me importa lo que le hagáis a él. Solo traed lo que es mío ".
Basándonos en la descripción de Jekserah, fue bastante fácil golpear a algunos matones callejeros y obtener una ubicación de la guarida de los ladrones. No te ganas la vida como mercenario en Gloomhaven sin saber cómo romper algunos cráneos.
Nuestro objetivo era el Túmulo Negro, un lugar encantador, al que nos dirigimos sin más dilaciones. ¡10 monedas eran 10 monedas! De hecho los mercenarios siempre tenemos algún que otro gasto, ya sabéis: pociones de vida, de resistencia, armas...
Por el camino nos encontramos a uno de los nuestros, un mercenario con armadura y una espada bastante grande. Nos ofreció comprarnos una poción de resistencia. Como ya os he comentado antes, las monedas siempre vienen bien, así que cerramos el trato por 10 monedas de oro y seguimos nuestro camino. Aún así, no sé que hubiera pasado si nos hubiéramos negado.
"Bueno, no todos los días recibimos gente lo suficientemente estúpida que nos venga a entregar en mano sus objetos de valor", sonrió uno de los bandidos más grandes, mientras desenvainaba una hoja oxidada. “Ahora os mataremos.”
Se llevarán una sorpresa. Si tuviéramos algún objeto de valor, probablemente no estaríamos aquí abajo.
A PARTIR DE AQUÍ HAY SPOILERS DE LOS QUE ACONTECE EN LA PRIMERA MISIÓN DE GLOOMHAVEN EL TÚMULO NEGRO.
Como explicarlo... Conocí a Splinter, hace ya tiempo, era una ladronzuela gatuna que controlaba mentalmente a sus víctimas y les obligaba a darles su dinero. Aquella habilidad estaba totalmente desperdiciada así que le comente, inocentemente, como podíamos participar de trabajos más lucrativos aunque mucho más arriesgados y peligrosos.
A Trambólico lo conocí en una partida de dados, el tipo no dejaba de ganar y sus compañeros de juego decidieron que aquello ya no era suerte. La batalla fue de lo más interesante y pensé que un Manitas Quatryl nos vendría muy bien en el equipo. Bueno, he de confesar que cuando invocó a su robot y decantó la victoria a sus favor, acabó por convencerme.
Mi nombre es Surströming Smell y soy un Salvaje Inox. Viajo por el mundo como mercenario y mi vida consiste en vivir aventuras y ganar monedas para financiar nuevas aventuras y así hasta que me canse o envejezca, lo suficiente, para no poder sostener mi propia espada. Y quiero hacerlo en la mejor de las compañías, mi equipo, mi familia.
Bueno, pues allí estábamos, delante de los bandidos más inocentes de la historia. Nuestro ataque fue fulminante, comentándolo con mis compañeros fuera de cámara, puede que hasta un poco exagerado. Atacamos con todo, Trambólico sacó el robot y yo pensé ¡Madre mía!. Los aniquilamos en un santiamén pero no sabíamos donde nos metíamos.
Acabamos con los bandidos de la primera sala y al abrir la puerta de la segunda quedé totalmente expuesto al ataque de un bandido élite y varias barqueras entre las que había, como no, una que era élite. Salvé la vida de milagro gracias a que Surströming Smell tiene 10 de vidas y a una poción que había adquirido en la ciudad de Gloomhaven.
¡Nos pillaron por sorpresa un vez y no más! Trambólico y Splinter, que ya habían descansado, con todo su mazo a punto, escogieron una estrategia segura. Nos resguardamos en la primera sala, a cubierto, y las invocaciones de robot y ratas dieron la cara. Las arqueras con una carta que les permitía crear trampas, bloquearon la puerta y nos tuvieron en vilo hasta que nos hicimos con la iniciativa. Entonces entramos de uno en uno con nuestro mejor ataque. Desarmamos al enemigo, lo aturdimos y les hicimos morder el polvo. La ayuda de Trámbolico con las trampas fue decisiva, ya que podía eliminarlas para despejar el acceso y el control mental de Splinter nos ayudó a dejar a nuestras enemigas con una vida muy limitada.
Ya en la segunda sala y con todos los enemigos muertos, nos acercamos, con recelo, a la puerta situada a la izquierda, pero esta vez con una estrategia elaborada. Al patear la puerta, nos encontramos cara a cara con la razón por la que estos bandidos eligieron este agujero en particular para anidar: Huesos vivientes, abominaciones impías producto del poder necromántico que además estaban resguardados por arqueras estigias a las que ya nos habíamos medido. No nos quedaba más remedio que ponerlos a descansar junto con el resto de aquella problemática chusma.
No hubo piedad. Ver un esqueleto, un muerto viviente, no deja de ser escalofriante. Cuando se acercaron a nosotros, nos quedamos helados. Generaban admiración al mismo tiempo que temor. Era necesario darles descanso, necesitaban el desasosiego que les daría dormir para toda la eternidad. Miré a Splinter y Trambólico y quedó clarísimo que ellos se encargarían de las huestes huesudas. Surströming Smell tenía una cuenta pendiente con la arquera. Todo pasó bastante rápido, entre el entrechocar de las espadas, la caíada de sillas, los gritos espeluznantes, sangre en las paredes y huesos por doquier.
Con el último de los bandidos muerto, nos tomamos un momento para recuperar el aliento y protegernos de la visión de restos humanos no muertos tratando, aún, de arrancarnos la carne. Nuestro objetivo no estaba entre los muertos y nos estremecimos al pensar en los horrores que te esperaban tras lo que parecía una entrada que descendía. Nuestro objetivo estaba en las catacumbas.
Trambólico nos alertó sobre un cofre que había en una de las paredes. Se acercó y con cuidado lo abrió. Todo parecía despejado. Metíó la mano y sacó lo que parecía un mapa. Nos tomamos un segundo para poder observarlo. ¡Era un mapa de la Laguna Submarina! Sabíamos que allí nos aguardaba una futura aventura, pero debíamos continuar nuestra misión.