Nunca esperé que volviera. Se había ido y punto. No cuajó. No pasa nada. Somos más de dungeons, de mansiones, de viajes por la Tierra Media.. Somos así.
Lo compré hace una eternidad, unos 10 años quizá. Tenía buena prensa, ¡el número uno en la bgg! Lo preparé y jugamos, pero eso de cultivar y tener ovejas no fue del gusto de los invitados. Lo probamos alguna vez más y el juego quedó relegado a la estanteria. Pensé en venderlo pero yo no soy de esos. Lo dejé con cariño en el estante, le puse otros juegos delante y despareció si más. Nunca volví a verle, le olvidé por completo.
EL JUEGO
Me compraron con ilusión, en aquellos momentos era alguien importante pero este grupo de juego tan heterogéneo acabó dándome de lado. Volví varias veces porqué no sabía cómo irme, pero me di cuenta de que no querían jugar conmigo. ¿Cuándo me di cuenta de esto? Cuando oí los comentarios sobre la hambruna, criar ovejas, sembrar y arar, en ese momento supe que no me valoraban lo suficiente. Entonces evitándome un momento de sufrimiento, de espera y de llanto, decidí esconderme en fondo de la estanteria. He estado allí una década y recuerdo cada una de las noches en soledad y entonces pensé que todo había acabado.
Un día, tuve la sensación de que algo iba a ocurrir. Me negué a aceptarlo y intenté borrar la esperanza de mi esencia. Las cajas se movían, la luz entraba y otra vez la oscuridad. Buscaban a uno de los nuestros pero no lo encontraban. Les oía hablar pero la búsqueda era infructuosa. Por un momento pensé que podría volver a ser yo. Fue en es momento que se hizo la luz, vi de nuevo la cara del propietario que sonreía al cogerme de nuevo en brazos. Me abrió y cogió mi reglamento. Me llevó hasta su habitación y me dejó con suavidad en su mesita de noche. Dormí allí los siguientes días. mientras él releía una y otra vez aquel compendió de reglas. Sonreía y recordaba.
Miré a mi alrededor y había nuevas cajas, todas más jóvenes que yo, con diseños brutales y componentes muy especiales. Todos me miraban y me daban la bienvenida. Habían oido hablar de mí y me trataron con respeto, como si se reencontraran con un viejo maestro años después.
Por fin me llevaron a la mesa y esta vez la sorpresa fue aún mayor. Alrededor de aquella superficie había unos jóvenes, unos pequeños preparados para aprender a jugarme! Y lo hicieron bien, muy bien! Aprendieron poco a poco, equivocándose y divirtiéndose a la vez. Fue un retorno especial ¡y ya llevamos 4 partidas!
EL PROPIETARIO
Después de cuatro partidas he decidido dejar el juego a la vista. Me parece una buena opción familiar y además es exigentes a todos los niveles. A ver si lo jugamos algo más y puedo añadir mazos más complejos. Me haría mucha ilusión poder jugar con oficios y adquisiciones menores. Lo dicho, he redescubierto un juegazo, un clásico de peso. Espero no olvidarlo nunca más.